Itinerario y frustración de una sede
Desde
antes de la elección presidencial, en Popayán, se presentaron celos de liderazgo y oportunismo político. La Dirección Nacional del
Partido cometió el error de no respaldar hasta el final, y después de las
elecciones, a la sede Macondo que había aglutinado, a la víspera de las elecciones,
el trabajo político.
Primero
optó por apoyar a Fabio Arévalo en la intención de abrir una sede más grande.
Posteriormente, ante los conflictos surgidos allá, entregó la dirección a
Compromiso Ciudadano, en cabeza del matemático Carlos Trujillo, dizque porque
era matemático y había sido compañero de estudios de Mockus, pasando por alto
el hecho de que ese grupo político carecía de fuerza electoral en Popayán y el
Cauca (el guarismo obtenido por Fajardo para consulta presidencial fue de 1200
votos en todo el departamento).
Además,
fuimos objeto de desorientación telefónica, por ejemplo de aquella burlona
mujer, quien dijo llamar desde la “oficina del Dr. Muñón, de la Dirección
Nacional del Partido”, haciendo afirmaciones que nos pusieron en contradicción; en
las cuales caímos por buena fe. También la supuesta entrevista de Semana y otros
chismes que generaban discordia entre nuestros compañeros de activismo.
La
sede Macondo recibió cerca de 15000 visitantes de la geografía caucana, organizó una base de datos con más de 6000 simpatisantes, gestionó los Testigos Electorales, el Gerente del Día Electoral y
el Abogado Electoral e Interactuó permanentemente con la Dirección Nacional. Sin embargo, a partir
de la nueva subgerencia nos olvidaron del todo. Por ello, una vez perdidas las
elecciones, asumimos un rol crítico, desde lo propositivo hasta nuestro retiro final con un adiós al Partido.
Nuestros
escritos muestran los defectos estructurales del Partido que lo incapacitan
para ejercer una misión política relevante en el presente y el futuro de
nuestro país. Esos análisis fueron premonitorios, cumpliéndose casi a
cabalidad. La renuncia de Mockus y el ingreso del Partido Verde a la Unidad
Nacional, constataron la verdadera orientación del Partido, como EMPRESA
ELECTORAL Y BUROCRÁTICA. Los títulos de nuestros artículos así lo indican (Una oportunidad perdida. El partido verde
regresa a sus minorías –Diatriba contra la cúpula del partido verde, el año de
la langosta. -El partido verde sin ola verde - El partido verde, de populoso
río a riachuelo - El movimiento verde perdido en la farándula de los famosos - El
partido verde lejos de llegar a constituirse en un partido nacional - Derrota
electoral, moral y política del partido verde - El partido verde: un asunto de
estrellas y farsa nacional, etc.
Es importante que los seguidores del Partido Verde conozcan el meollo de este asunto, para evitar la manipulación con falsas expectativas de los nuevos empresarios políticos bogotanos. A continuación transcribo uno de esos artículos que podría servir de síntesis.
EL
PARTIDO VERDE. UN ASUNTO DE ESTRELLAS Y FARSA NACIONAL
(Este artículo fue escrito mucho antes
de la salida de Antanas Mockus del Partido Verde y del ingreso de éste a la
Unidad Nacional del gobierno de Santos. Archivo de mi blog PARTIDO
VERDE COLOMBIA:CRITICA-abril 21 de 2011)
Parte I.
un proceso fallido desde la médula
El
Partido Verde Opción Centro nace en Colombia el año 2007 en la mente de uno o
varios “emprendedores” (palabra usada con toda la carga de sentido en el campo
empresarial). Se diría que fue una idea “brillante” la de anclarse en algo ya
hecho en países europeos u occidentales como gustan llamar nuestros
intelectuales, de donde llegaron la conquista, la religión, el idioma, la
revolución, y todas las modas intelectuales que han alimentado nuestra
condición colonial y postcolonial. Era sensato en términos de cálculo político
y con la emergencia a primer plano del tema ecológico, proponer la fundación de
un Partido Verde, como estrategia para
aglutinar las fracciones que quedaron por fuera de la contienda política,
después de la reforma electoral que incrementó el umbral electoral. Fue una
solución fácil y oportuna para unir esos variados grupos políticos, situados al
margen de la izquierda desgastada y de los partidos políticos sin credibilidad.
Sin embargo, ese nuevo cuerpo político llamado Partido Verde Opción Centro, por
motivos que merecen un análisis más a fondo, en relación con valores europeos
contrapuestos a nuestra idiosincrasia nacional, jamás superó su condición de agregado, convirtiéndose en empresa
política electoral, más que en auténtico partido político, empresa que sobrevivió
gracias a la estrategia de dar avales, a cuantos lo solicitasen. El aval
indiscriminado ha traído nuevos vicios a la política nacional, como la
negociación o acuerdos, con la consiguiente pérdida de identidad ideológica que
debilita hasta casi borrar toda oposición. Esta estrategia le ha
posibilitado al Partido Verde Opción Centro la permanencia en el tiempo,
conservando su personería jurídica y consiguiendo, de modo indirecto, algunos
escaños en cuerpos colegiados, en elecciones no determinadas, precisamente, por
el vigor del partido, sino por fuerzas distintas detrás de cada candidato. Es así como alrededor del 80% de los
representantes del Partido Verde Opción Centro en corporaciones proceden de
diversas vertientes políticas, sociales y religiosas, que le deben al partido
sólo la insignia. Lo cual ha hecho del Partido Verde algo amorfo y, a
veces, contradictorio; por ej., la elección de un concejal cristiano, cuando
los cristianos votaron contra Mockus, o la elección de un diputado liberal con
credenciales verdes, que pierde durante la elección presidencial en su pequeño
patio. Aceptando como natural, en su estado provisional, esta condición del
partido, se esperaba, después de las elecciones presidenciales y a luz de la
exitosa votación representada por el fenómeno de la OLA VERDE, una restructuración
y ampliación de los cuadros, cubriendo todas las regiones del país. Sin
embargo, esto nunca ocurrió. Por el contrario, su visión se estrechó. La escasa
comunicación, de orden operativo durante la campaña presidencial, se rompió por
completo después de las elecciones. Las sedes espontáneas creadas en toda la
geografía nacional quedaron abandonas, sin una voz de aliento y respaldo para
continuar afianzando al partido en las regiones. En cambio, y equivocadamente,
redujeron, desde tiempos de la campaña, la coordinación a unos pocos sitios con
criterios arbitrarios y señalamientos a dedo, desconociendo la vitalidad del
proceso. A la postre, los beneficiados fueron el ya débil Compromiso Ciudadano
y los concejales y diputados de Opción Centro, quienes han manipulado el
movimiento en favor de sus intereses releccionistas. Dicho de otro modo: desde la dirección nacional, en connivencia con
concejales y diputados, representantes de la vieja estructura amorfa del
partido, sin identidad doctrinaria y sin obra política en la función pública,
dejaron por fuera a la ola verde. Muchas de esas sedes, de más de cinco
meses de trabajo, arduo y continuo, de fuerte liderazgo interdisciplinario, con
un trabajo organizado y registrado en planillas y bases de datos, que
interactuaron, vía email o Facebook, con sus seguidores, que recibieron en sus
sedes a miles de visitantes, que participaron en reuniones y visitaron barrios
y municipios, divulgando pedagógicamente los principios del partido, estas
sedes ni siquiera recibieron el agradecimiento, mucho menos instrucciones para
direccionar el partido, como si nuestra labor fuera prescindible para la cúpula
dirigente; ya que con ella o sin ella se sentían ganadores. Sin embargo, aun
perdiendo las elecciones ellos ganaron, porque sus arcas debieron quedar
llenas, al no retribuir económicamente a las regiones, que trabajaron con plata
de su bolsillo. Este comportamiento me
recuerda el epígrafe de una revista: “Se necesitaban trabajadores y llegaron
personas”.
Parte
II. Mercenarismo Político
El
hecho de que el Partido Verde fuera, hasta época reciente, una empresa política
de administrar avales, de modo indiscriminado, lo convirtió en una organización
mercenaria, por las siguientes razones:
1.-
Cuando un candidato que no pertenece al partido por convicción recibe el aval
no adquiere, per se, un compromiso a fondo con la respectiva organización
política. Esta característica propia del Partido Verde ha sido responsable de
la ausencia de obra política en la reciente historia nacional y regional del
país. Sus representantes se han limitado al rol burocrático en su función
pública, sin diferenciarse, en sus conductas, de los vicios tradicionales.
2.-
En la fundación del Partido Verde se encuentra la impronta del M-19, movimiento
insurgente caracterizado por sus grandes golpes de opinión, hasta el punto de
haber perdido la cabeza en el asalto al Palacio de Justicia. Esta forma de
hacer política se ha preservado en el Partido Verde con la diferencia, esta
vez, de que los golpes de opinión pasaron del plano guerrerista al plano de la
farándula política, mediante el uso sagaz de los medios de comunicación y
recurriendo a personajes con ciertos valores y aureola política. En esta
dirección, su gran hazaña fue haber logrado contratar a los tres ex-alcaldes de
Bogotá (Mockus, Peñaloza y Garzón), y, posteriormente, al de Medellín (Fajardo);
cuatro candidatos de trayectoria exitosa, ampliamente rankeados en el campo
social, cultural y político. Propósito éste que el Partido Verde Opción Centro
aprobó en el Congreso Nacional de 2008: “Asumir el desafío de pasar de minoría
política a convertirnos en una opción de poder real para los colombianos
convocando para este fin a los líderes independientes y del centro político más
destacados en el escenario político Nacional, tales como SERGIO FAJARDO, LUCHO
GARZON, ANTANAS MOCKUS, ENRIQUE PEÑALOSA, MARTA LUCIA RAMIREZ entre otros”. Fin
alcanzado después de varios meses de diálogos, al recibir el beneplácito de los
ex alcaldes ANTANAS MOCKUS, LUCHO GARZON y ENRIQUE PEÑALOSA, con quienes
conformaron lo que en adelante se denominaría el PARTIDO VERDE, conquista
formalizada en el Congreso extraordinario del 2 de octubre 2009. Con estas adquisiciones se parodió en
política lo que en fútbol hicieron el Real Madrid y el Barcelona, al fichar
jugadores de primera categoría del balón pie mundial. La idea fue, sin
duda, magistral, pero no suficiente para conseguir el éxito a cabalidad.
Mientras un equipo de fútbol es reducido en número, la agremiación política es
ilimitada en sus interacciones. Si estas
interrelaciones de vasos comunicantes fracasan la organización política se derrumba,
fenómeno aplicado al Partido Verde, el cual no pudo hacer tránsito de empresa
electoral a partido político en sentido cabal. Después de las elecciones
presidenciales el pseudo partido no respondió a las expectativas de los tres y
medio millones de votantes, que esperábamos la restructuración y ampliación de
los cuadros políticos en el concierto nacional y regional. Tanto así, que aún
sigue imperando (en sentido literal) la vieja estructura de Opción Centro,
estrecha de mente como de acción, carente de obra política, como de escaso
protagonismo en las elecciones pasadas, cuyo peso recayó en las nuevas fuerzas
independientes que adhirieron. Aquella estructura con sus socios representantes
en los cuerpos colegiados ahora pretende canalizar la fuerza de la ola verde
hacia sus propios intereses.
Parte
III. Descalabro Político
Hacer
depender el rumbo del partido de algunas figuras de renombre con menosprecio de
las estructuras regionales es un error grave. Parte del desencanto actual de la
Ola Verde se debe al comportamiento de nuestro candidato Antanas Mockus quien,
al parecer, obró por cuenta propia, sin asesores que controlaran su libreto.
Por ese camino se expuso a todos los riegos posibles, en un país donde los
comunicadores abusan de la opinión pública y toman partido. De este modo, el partido verde padeció la
suerte del ascenso y caída de su ícono. Este sería el primer descrédito del
partido ante la opinión pública.
El segundo
descrédito vino por cuenta de Sergio Fajardo, al negociar su ingreso al Partido
Verde, por más de 27.000 dólares (según el Concejo Electoral, y la página web
Silla Vacía, divulgado, además, por el canal CM&), para ser compañero
vicepresidencial de Mockus, actitud reprochable desde todo punto de vista, en
un ciudadano y político de estilo, ex-alcalde de Medellín, conferencista
internacional, doctor en matemáticas y, por supuesto, estrato ocho. De este modo contradecía el slogan
aplicado, al parecer, sólo a la base: “Yo vine porque quise no porque me
pagaron”, síntoma de que algo similar ocurría en la cúpula del partido. Algo
“normal”, si tenemos en cuenta que ninguna estrella del Real Madrid o del
Barcelona juega gratis.
La
tercera equivocación la cometió Lucho Garzón, siendo director del partido, al
no convocar, ampliamente, a la Ola Verde o al Movimiento Verde para restructurar
y fortalecer los cuadros políticos con una perspectiva nacional, enganchado a
todas las sedes que impulsaron la campaña de Mockus. En cambio, se reunió, como
todo político tradicional de oficio, con los representantes electos del
partido, quienes lo atrajeron a su propio patio, los concejos y las asambleas,
con lista de invitados de su entera confianza, para quedarse con la vocería del
partido y propiciar su elección o relección, tal como ocurrió en Popayán. Este
errado manejo de Garzón terminó de liquidar los procesos regionales de la Ola
Verde.
Finalmente,
queda la cuarta carta política representada por Enrique Peñaloza, actual
candidato a la alcaldía de Bogotá, muy polemizado por sus guiños con el
uribismo, principal opositor del Partido Verde durante la campaña presidencial,
grupo político que se ha empecinado en acercarse a dicho candidato para
ofrecerle apoyo a cambio de ciertos compromisos (¿Cuáles?)
CONCLUSIÓN
El
Partido Verde se enredó en sus inconsistencias de fondo. Creció y se desvaneció
como nieve. Pasará a la historia por su brillo ocasional, como tantos otros
movimientos que le precedieron, cuyos dirigentes se entregaron al mejor postor.
El Partido Verde no supo administrar los tres y medio millones de votos de
electores inteligentes, que fueron tratados como simple masa electoral,
ignorando que formaban parte de lo mejor de la nación colombiana. Su rótulo
continuará existiendo, pero sin la Ola Verde, tan sólo como razón social de una
empresa electoral que tendrá que recurrir, una vez más, al aporte mercenario
para conservar su personería jurídica en el escenario político.
Omar Lasso Echavarría
Gestor de la principal sede del Partido
Verde en Popayán y el Cauca
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