miércoles, 31 de octubre de 2012

Artículo de 29 de abril de 2012  (Recuperado)

Rector de Unicauca presentó oficialmente trabajo a desarrollar en los próximos tres años.
(Foto: Archivo / EL LIBERAL)
Viernes 27 de Abril de 2012 - 12:33 PM


A partir del primero de mayo se tendrá nuevo Equipo de Dirección.
Con presencia de los integrantes de los diferentes Consejos de Facultad, el Rector de la Universidad del Cauca, Juan Diego Castrillón Orrego, presentó oficialmente el plan de trabajo y el equipo de dirección que lo acompañará en el desarrollo de la propuesta rectoral para los próximos tres años.
Trabajo participativo, liderazgo, interlocución y confianza, son los principales aspectos de la nueva administración universitaria en cabeza del Rector, quien se reunió con los integrantes de los diferentes Consejos de Facultad.
Durante dicho encuentro, el directivo universitario dio a conocer la integración del equipo de Vicerrectores y Decanos que lo acompañarán desde el primero de mayo, destacando en cada uno de ellos sus calidades profesionales y universitarias, dado que están vinculados a la Universidad desde hace varios años.
En la Vicerrectoría Académica estará el Ingeniero Electrónico y de Telecomunicaciones Eduardo Rojas Pineda, quien ejerció durante los últimos 12 años el cargo de Vicerrector de Investigaciones. En la Vicerrectoría de Investigaciones será el PhD Guido Barona Becerra, profesor e investigador de la Facultad de Ciencias Humanas y Sociales. En la Vicerrectoría de Cultura y Bienestar la Magíster Paloma Muñoz, conocida ampliamente en el campo cultural  y universitario. En la Vicerrectoría Administrativa la Contadora Pública Leyla Llantén, quien está vinculada a la Universidad desde 1984 en diferentes cargos.
Así mismo, hizo un reconocimiento público a los cuatro candidatos que lo acompañaron en el proceso de designación de Rector, resaltando en cada uno de ellos el conocimiento, experiencia y compromiso con la Institución. Se refirió a que la relación con la clase política solo está dada en la articulación con el desarrollo universitario en planes y proyectos que beneficien a las diferentes comunidades.
El Rector de la Universidad del Cauca indicó también que en los próximos ocho meses, construirá con el Equipo de Dirección el Plan de Desarrollo y el Plan Estratégico, trabajo que se llevará a cabo en concordancia con los diferentes estamentos institucionales.
“La administración universitaria busca crear espacios de diálogo y confianza, no se van a realizar cambios bruscos, vamos a promover el trabajo en equipo para consolidar las acciones a desarrollar en los próximos tres años”, manifestó el Rector de la Alma Mater Caucana.
 Expresó que una de las políticas centrales de la administración será el tema de la regionalización, fortaleciendo la presencia de la Universidad en los diferentes municipios caucanos, a través de la generación y puesta en marcha de propuestas generadas en esa línea, desde el interior de la universidad y con participación de instituciones externas.
Castrillón Orrego dio a conocer también las principales acciones de los seis ejes estratégicos de la propuesta rectoral, los cuales calificó como referenciales, y que buscan la modernización administrativa, la renovación curricular, el fortalecimiento del sistema de investigaciones, el posicionamiento del sistema de cultura y bienestar, el fortalecimiento de la presencia de la Universidad del Cauca en las regiones y el fortalecimiento de la internacionalización.
En cada uno de ellos se iniciarán diferentes acciones encaminadas a su cumplimiento, para lo cual se realizarán alianzas con instituciones y empresarios, se llegará a la región con programas de pregrado y postgrado, se retornará la división de comunicación y se trasladará la oficina de egresados al sistema de cultura y bienestar, se creará un comité académico para la internacionalización, entre otras acciones que tendrán participación y compromiso de los universitarios.

MI COMENTARIO

Buena manera de comenzar pisando duro, con ideas claras y un plan trazado. Me agrada su posición frente a lo político, para despejar temores; es la actitud correcta, que la va a mantener porque conozco su temperamento. El nuevo rector se ha formado en las batallas de la vida, como quien busca un camino, con todo el uso de razón, no como aquellos que van por donde pedro camina, sin arriesgar nada. A parte de ello ha asimilado de manera crítica  los cambios que  todos los de su generación hemos vivido, desde el derrumbe de la Unión Soviética, el holocausto del Palacio de Jusiticia, el nacimiento de la Constitución de 1991, la masacre de la Unión Patriótica, la transformación de  la Izquierda política colombiana, etc. etc. Para mí es un personaje síntesis, como lo son Antonio Navarro, Gustavo Petro y Carlos Gaviria, hoy situados en la izquierda centro democrática. Aparte de su sentido pragmático, lo meritorio de Juan Diego Castrillón es ser un hombre de estudio que ha hecho todo el recorrido del  currículum académico universitario, desde el pregrado hasta el postdoctorado, pasando por la maestría y el doctorado en el sistema educativo norteamericano, que  sabemos es de alta exigencia. Finalmente, hay que resaltar su carácter pluralista  en el trabajo político (fue diputado y presidente de la Asamblea Departamental); sin duda ésto  lo aplicará también en la dirección de la Universidad. Él se ha entendido bien con liberales, conservadores, inzquierdistas, grupos étnicos, campesinos, sectores sociales tradicionales y foráneos. Por lo tanto tiene los atributos  para moverse en  diversos ámbitos obteniendo buenos dividendos para la Universidad. Todo lo anterior le permite tener una visión universal, local, nacional e internacional del proceso académico que le permitirá desarrollar un modelo acorde a las exigencias de calidad y a las necesidades sociales, empresariales y científicas de nuestro entorno. BIENVENIDA SU RECTORÍA.
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martes, 30 de octubre de 2012

Artículo de 24 de abril de 2012 (Recuperado)


La elección de Juan Diego como Rector de UNICAUCA fue un baldazo para su estructura burocrática tradicional con sus micropoderes. A lo mejor la Sra. Polanco, quien ha reaccionado con veheemencia, se daba por elegida de antemano con el apoyo del gobernador. Ella y todos debemos saber que la elección del Rector es política, siempre lo ha sido y lo seguirá siendo, hasta cuando adquiera autonomía y se impongan criterios académicos, administrativos y técnicos en la elección a través de instancias competentes y apolíticas (sería lo ideal). Pero no vivimos en el mejor de los mundos posible. ¿Quién le ha dicho a la Sra. Polanco que el juego político en ingenuo?  La opinión tampoco se comporta de modo inocente. El "cónclave" no lo conforman jueces de la República, sino fuerzas que representan intereses políticos, sociales, económicos, salariales, etc. Todo ello junto, desafortunadamente; y mínimamente lo académico y científico, porque, en la organización actual de la universidad, ésta no es la prioridad;  tan encomiable fin puede o no cumplirse a través de aquel otro tortuoso camino. Confiemos que  prevalezca en el nuevo rector su excelencia académica que cubre todos los grados existentes en el currículm universitario: abogado, magíster, doctor y postdoctor (títulos máximos obtenidos en la academia norteamericana), además de ostentar el título de antropólogo.
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lunes, 29 de octubre de 2012

Artículo de 20 de abril de 2012 (Recuperado)

Dentro de la estructura académica y burocrática de la Universidad del Cauca, apolítica en cierto modo, este triunfo, quizá fue inesperado en sus cálculos. Para quienes tienen una mirada más amplia en el panorama político del Cauca y conocemos de cerca a Juan Diego Castrillón, su elección la teníamos como previsible, en el contexto del reducido cónclave en que se realiza; sólo nos equivocamos, de cabo a rabo, en el voto del gobernador, quien ha continuado dando señales de falta de coherencia política, con su propio partido (la ASI; obra como si no lo fuera). Juan Diego, a parte de ser un académico bien formado, desde la antropología y el derecho, con los máximos títulos del currículum universitario, en las modalidades de Doctorado y Postdoctorado, realizados en Estadado Unidos, la meca no sólo del capitalismo, sino de la academia y del pragmatismo, es además notable político de carrera, con representación en cuerpos colegiados como la Asamblea Departamental, de la cual fue Presidente. Su militancia comunista, es apenas un inri de juventud. Juan Diego tiene la capacidad natural o, más bien el don de gentes de entenderse con cualquier facción política o ideológica, en mayor medida si se trata de conservadores y liberales que de izquierdistas, donde es más complicado el liderazgo, porque en cada líder anida una larva de dictador. Si no estoy mal, en Estados Unidos lo acogió durante su exilio una comunidad religiosa. Creo que esa virtud diplomática que lo caracteriza la debe a su formación antropológica, la cual relativiza y valora de modo diferente nuestra posición en las organizaciones y en los diferentes contextos sociales. En consecuencia, Juan Diego, es más un comodín para resolver problemas que un obstáculo para el sistema. Desde este punto de vista él, militante de la ASI, se encuentra en una posición política estratégica; necesariamente los líderes políticos locales y nacionales deben tenerlo en cuenta, de la misma forma que lo hacen con Jesus Piñacué, vehículo de apoyo nacional  a su candidatura; también gran valor político, intelectual y moral de nuestro país, bajo cuyo liderazgo las etnias indígenas del departamento del Cauca se han consolidado como una fuerza política fundamental en el destino de este departamento.
Sabemos que la elección rectoral en las universidades colombianas es política, lo cual va en detrimento de su autonomía y de su calidad intelectual, porque, aparte del presupuesto mínimo de funcionamiento carecen de otros recursos que les permitan su modernización sobre la base de una total independencia. Por lo tanto, en estas circunstacias, las Universidades no pueden ser ajenas al juego político, como ninguna institución en el país, porque de lo contrario se aislarían de los recursos que podrían ganar para sí. Es un mal necesario, hay que reconocerlo, del cual no se puede prescindir, mientras las universidades no tengan completa independencia académica y presupuestal. Damos por sentado de buena fe que lo que está con juego son los apoyos electorales, llegado el momento, y no los puestos de la universidad sin criterios académicos. Respecto a esto confiamos en la sentatez y visión del nuevo Rector, cuyo fin ante la comunidad civil y académia es posicionar la Universidad del Cauca en el ámbito nacional y , ojalá, internacional, misión complicada en las actuales condiciones de funcionamiento con operarios académicos transitorios. Respeccto a esto nos enfrentamos a algo paradógico:  Danilo Vivas, indudablemente, hizo crecer la universidad, desde el punto de vista democrático, en cuanto la sacó del perímetro local, posibilitando un mayor acceso a la profesionalización y dejó una excelente planta física para estrenar, en el area de Tulcán, sacrificando, creo, la estabilidad económica del gremio docente, en cuanto a la carga prestacional. Pero, es necesario reconocer también que respecto a la dotación tecnológica, el mejoramiento de la calidad académica y la investigación a fondo, no se avanzó gran cosa. Es decir, hubo un crecimiento cuantitativo, más no cualitativo. Este es el gran reto para el nuevo Rector.
El Grupo Sapies Research (Ranking U-Sapiens 2011-1- editor@sapiensresearch.org.)  ubica a la universidad del Cauca en el puesto 13, entre las universidades colombianas públicas y privadas . Esta posicíón es el punto de referencia  para la gestión de Juan Diego Castrillón. ¡Ojalá se centre en lo realmente importante! y visibilice intelectualmente a la Universidad en lo  sustacial, no en el maquillaje.
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(Archivo recuperado de mi blog POPAYÁN NUEVA ÉPOCA)

El propósito es hacer un análisis sin prejuicios, respecto a lo nuevo y lo antiguo de la ciudad, aplicando una mirada fenomenológica, desprovista, en lo posible, de valoración subjetiva.

Después del terremoto de 1983 y de la promulgación de la Constitución de 1991 Popayán cambió el norte de su historia. El imaginario glorioso que abrazaba a sus habitantes, de acendrada tradición hispánica, entre familias vinculadas por lazos de consanguinidad y alianzas matrimoniales, comienza a clausurarse a fines del siglo xx. Primero por obra de la naturaleza, que redujo a polvo la ciudad centenaria; segundo, por presión de nuevas fuerzas sociales, económicas y políticas, expresadas a través de la nueva Constitución, y finalmente, por el advenimiento de la postmodernidad global que trajo consigo nuevos valores que debilitaron la historia, la religión, el conservadurismo y todas las formas culturales tradicionales que cohesionaban la colectividad. El concepto de finitud instalado en su epicentro relativizó aquello que se tenía por duradero, fortaleciendo al individuo como sujeto absoluto de donde emanan y en quien se revierten todos los derechos; al tiempo que lo liberaba para el pleno consumo de bienes y modas que se proponen a diario.

El terremoto expulsó, en un primer momento, a gran parte de la élite social, económica y cultural payanesa, en cuantía no determinada por la estadística. Sus casonas derruidas por el temblor se transformaron en parqueaderos o quedaron a merced de la maleza que hizo bosque dentro de ellas o se vendieron al primer postor o se alquilaron a instituciones, urgidas del servicio.

Los nuevos habitantes que arribaron, de variada índole, traían otra mentalidad, costumbres y hábitos. Llegaban a una tierra distinguida con un imaginario prestigioso, intimidante, quizá, para la modestia de la generalidad de los nuevos habitantes. Su condición de extrañeza y soterrado rechazo los convertía en observadores pasivos o en simples sujetos de negocios.

La Constitución de 1991 proporcionó el segundo sablazo a la ciudad señorial, tradicionalmente regida por una élite ilustrada, en consonancia con la vieja Constitución de 1886 que permitía la designación de cargos por vía directa de los mandatarios de turno en Presidencia, Gobernaciones y Alcaldías, práctica que se llevó a cabo con criterios de parentesco, proximidad social y prestigio. Ello configuró por siglos lo que se conoce como Ciudad Letrada, en la que primaba una idea de nación homogénea en torno a ideas de patriotismo, religión y civilidad, dentro de un contexeto altruista, como valor central de la civilidad, en que gran parte de las funciones públicas se ejercían ad honorem, siendo ejemplo de ello los Consejos municipales. El Proceso Constituyente, hacia finales de la década de 1980, y la Constitución de 1991 resultante de sus deliberaciones produjo, guardando las proporciones históricas, consecuencias similares a las de la Revolución Francesa. Es así como, mientras ésta subía al poder al estamento del Tercer Estado conformado por la clase baja francesa, nuestro Proceso Constituyente colombiano daba poder, también, a las clases populares, no en un sentido revolucionario, sino más bien desde el punto de vista participativo en los procesos clientelistas en el ejercicio del poder, aunque también le proporcionó herramientas al ciudadano para la defensa de sus derechos individuales y colectivos. Tanto allá como acá, inicialmente, hubo caos en el proceso de reconstitución de la nación sobre las nuevas bases constitucionales, con la descentralización del poder y la fractura del orden estamental tradicional.

Recordemos que nuestro Estado colombiano, antes de 1991, de acuerdo con la Constitución de 1886, era representativo, mas no participativo. Se elegía popularmente al Presidente, pero los cuadros de gobierno se organizaban de arriba-abajo, en pirámide descendente. El Presidente nombraba a los gobernadores y éstos a los alcaldes, quienes a su vez escogían a otros subalternos, en ramificación continua según el orden jerárquico. Ello proporcionaba al gobierno unidad compacta, sin fisuras en su interior, conservando y fortaleciendo el concepto de castas estamentales que se reproducían en el tiempo. A esta práctica se debió, en no poca medida, su legitimidad social y la cualificación personal en el ejercicio de la función pública que tanto añoran algunos en estos tiempos donde prima el voto sobre la cultura.

A partir de este momento saltan a la palestra política, con carácter protagónico, los sectores populares, a través de la Democracia Participativa, que erigió a los ciudadanos en sujetos políticos, en tanto principio, medio y fin del estado, respecto a lo individual y lo colectivo, bajo la protección de herramientas poderosas como la Acción de Tutela, El Derecho de Petición y las Acciones Populares, entre otros, además de la elección popular de Gobernadores y Alcaldes. Debemos anotar, no obstante, que los anteriores mandatos no se han cumplido a cabalidad en relación al ideal constitucional como principio teórico-político. La nueva democracia participativa arrastra los vicios consuetudinarios del clientelismo que halló, también, en la nueva reforma política, los medios efectivos de fortalecimiento, apoyándose en un estado y ciudadanía y colectividad débiles.

Muchas son las consecuencias que se desprenden del anterior contexto. Destacamos las siguientes:

Primero.- El paso de lo ideal a lo pragmático, en cuento arribamos a un sistema de necesidades, característico de los sectores populares, como su condición existencial, usado y manipulado, desvirtuando de este modo la función pública, al prevalecer los intereses particulares sobre los colectivos. Este fenómeno se acentuó con el sistema de contratación estatal, herramienta que consolidó las prácticas clientelistas, convirtiendo la política en la principal empresa económica del país a costa de un Estado mínimo para los ciudadanos y sus comunidades. Este cuadro se agravó con el resto de males que afean nuestro país: La inveterada violencia política, resultante de los desajustes sociales, políticos y económicos históricos; el narcotráfico; el paramilitarismo y la delincuencia común. Estos fenómenos soy hoy lugar común en nuestro país, imbricados mutuamente, según lineas transversales de complicidad. Su influencia devastadora empezó por el campo, empujando las comunidades campesinas a los sectores urbanos, cuyo tejido social se resquebrajó por completo, dando paso a la fragmentación de las ciudades, al caos urbano, la insolidaridad, la inseguridad y la privatización de la vida social. Los residentes mejor establecidos han abandonado los antiguos espacios públicos para recluirse en bunquers residenciales. De igual modo el comercio formal cede a la presión popular y se instala progresivamente en los hipermercados exclusivos, lejos de la contaminación popular.

Segundo.- El cambio de eje de la gran cultura por el del folklore, siguiendo el orden de ideas de la primacía de lo popular, cuyo antecedente se remonta a la ministra de cultura Consuelo Araújo, “la Casica” (año 2000), abanderada del Festival Vallenato.

Tercero.- Esta consecuencia se vincula con la Apertura Económica y la Globalización que deterioró muchos renglones de nuestra economía y los oficios tradicionales, rompiendo los circircuitos económicos locales y nacionales que garantizaban el intercambio y la redistribución de la riqueza social. la Apertura Económica desarticuló las economías locales, que mal que bien garantizaban un cierto equilibrio social. Sin duda, nuestra economía es hoy más rica, en términos de Producto Interno Bruto, mas no en cuanto a bienestar general, porque la riqueza se concentró, igual que las utilidades. La mayoría de los colombianos viven del rebusque y la asistencia social.

Popayán, capital del departamento del Cauca recibió el peso de estas transformaciones de modo negativo, en proporción mayor a cualquier otra ciudad colombiana, dadas sus características suigéneris de conservadurismo y atrazo económico, carente de industria para absorber la demanda de empleo. El temperamento tradicional de su clase dirigente, amante de lo contemplativo, los honores y las distinciones, más que de las ejecuciones, poco ha contribuido al progreso de la ciudad y el departamento. De nada ha valido producir el mayor número de presidentes de Colombia, 17 en total, ni haber tenido una de las mejores y de las más antiguas universidades del continente, que desafortunadamente cede hoy puestos de privilegio ante otras de mayor empuje. De nada le sirve, también, su extraordinado patrimonio arqueólico, étnico, arquitectónico y museológico. Los grandes proyectos forman parte de nuestro aire, los venimos escuchando a través de décadas y décadas, como parte de la retórica política: Popayán Ciudad Universitaria, Popayán Ciudad Turística, Popayán Ciudad Convención, Popayán Capital Gastronómica, Popayán Jerusalén de América. Algo de ello hay, pero en cantidad mínima, como en nuestras empanadas y tamales de pipián a los que les falta la proteína.

¿Cuántos lustros habrán de pasar para resolver estas problemáticas? no lo sabemos. Lo que sí tenemos claro es la urgencia del acompañamiento del Estado y del Ministerio de Cultura para presionar el buen gobierno local, el desarrollo cultural y la conservación del patrimonio histórico, que ahora duerme el sueño de la bella durmiente. La zona medular del Centro histórico, donde se ubican los museos, sufre actualmente el maltrato de bullosas tabernas, conciertos populares, ventas de galería y demás comercio informal que afecta ostensiblemente la imagen del mejor sitio que tenemos para mostrar. Las normas establecidas son impotentes en una ciudad que crece acumulando el desorden.

Añoramos el resurgimiento de la ciudad histórica y literaria, esperando días mejores para reencontrarnos con su plenitud. A pesar de todo, tenemos fe en una nueva y más rica reconciliación de Popayán y todo el Cauca, sobre la base del pleno reconocimiento multicultural y multiétnico.

Diego Castrillón Arboleda, su gran historiador, decía con respecto a esta crisis: El espíritu de Popayán vencerá sus fuerzas negativas y resurgirá con nuevo esplendor, porque es nuestra ciudad Eterna.

Omar Lasso Echavarría
Licenciado en Filosofía – Universidad del Cauca
Fundador de Macondo libros y tertulia, con reseña en el periódico Lemonde,París, agosto 9 de 1996 y en el libro Icì las-bas, Librairie Meura, Lille, 2005. Autor del libro de cuentos La seducción y otros relatos. Macondo libros, 2004, Popayán; y del ensayo La nueva poesía en la crisis de la ciudad letrada, Popayán 1980-2005. Llama de piedra. Poesía contemporánea de Popayán. Felipe García Quintero (Editor), Ediciones Axis Mundi / Ministerio de Cultura, Popayán, 2010

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(Archivo recuperado de mi blog POPAYÁN NUEVA ÉPOCA)

CARTA UNO
ESCRIBE VÍCTOR LÓPEZ ERASO


Una joven asociación envejecida
En nuestra ciudad, pese al nulo apoyo gubernamental y a la inactividad de organismos creados para el estímulo artístico, florecen las letras y sus cultores. Es como si fuera una virtud de cuna que haya escritores payaneses reconocidos en el ámbito nacional e internacional. Los propios conciudadanos no los conocen, mientras que en España, México y Perú son figuras prominentes de la literatura, donde exhiben sus creaciones y su juventud como promesa.

¿Qué podríamos destacar si de verdad tuviéramos una verdadera Asociación Caucana de Escritores? Tal vez gozaríamos de una pléyade de artistas de la palabra en cantidad y calidad superior a Bogotá y Medellín juntas. Pero muchos escritores jóvenes se pierden ante la ausencia de publicaciones literarias, periódicos o revistas de calidad que los destaque y estimule; que los haga visibles entre sus mismos conciudadanos. Nuestra prensa escrita se reconoce hoy por lo amarillista, de contenidos baladíes cuando no ridículos. El estímulo a la lectura se ha reemplazado por la fácil agitación de la insulsa farándula.

En los años de existencia de la Asociación Caucana de Escritores no se conoce que haya participado con autores nuestros en alguna feria nacional del libro, ni siquiera ha promovido una feria local; tampoco sabemos que haya traído figuras nacionales de la poesía y la narrativa para cotejar con nuestros creadores; no ha propiciado espacios culturales en colegios y universidades; no ha creado un premio regional de literatura que estimule a los jóvenes caucanos; mucho menos ha fomentado la crítica literaria tan decisiva en el perfeccionamiento de las letras. La Asociación Caucana de Escritores, tal parece, centraliza su actividad en maquillar a políticos en declive, cuyo tiempo se venció sin nada qué mostrar; una misión que no va con su razón social.

Afortunadamente el empuje creativo de los payaneses es superior a cualquier institución creada como paradigma de la pereza. Por eso vemos a jóvenes dispersos abriéndose caminos por el ancho mundo de la literatura hispana. Ahí están los ejemplos de Andrés Mauricio Muñoz, ganador del concurso nacional de cuento en Bucaramanga, hoy huésped de los escritores peruanos; Juan Esteban Constaín, ganador del concurso hispano a la novela histórica; Rubén Barona, radicado en Estados Unidos y otros más a punto de emigrar.

Aquí, en nuestra tierra, seguiremos la misma rutina de leer poemas ajenos ante un, cada vez más escaso, público que bosteza para no dormir.

CARTA DOS
RESPUESTA DE DARÍO NOGUERA-ECRITOR Y PRESIDENTE DE LA ASOCIACIÓN CAUCANA DE ESCRITORES

Hola Víctor, acabo de leer tu artículo "una joven asociación envejecida" y, como su presidente actual, tengo el deber de contestarte. Parto de reconocer que tienes razón en algunas de tus observaciones. Pero más allá del hecho de que te asista razón o no en algunas de ellas, debo decirte que me parece lamentable la forma en que lo haces. Es francamente desleal, por decir lo menos. Considero que no es de tu altura lanzar a quemarropa y públicamente cuanta descalificación se te ocurra contra un organismo que lucha con las uñas para sostenerse sin recibir auxilio gubernamental alguno. Te enumero las herramientas que usa la Asociación para difundir el quehacer literario y acercar al público a la poesía y la literatura. En primer lugar el evento JUEVES DE POESÍA que se realiza cada mes. Para tu información el último, nomás, estuvo dedicado a la poesía negra en el Cauca y en él participaron el poeta declamador negro Elvio Cáceres y el cantautor negro también Elbar Mosquera (no se declamó ninguna poesía de afuera, toda del Cauca y los dos artistas eran también caucanos). Fue por lo demás un acto muy emotivo y significativo. ¿que puede ser mejor? ¡claro! ¡Todo lo que se haga puede ser mejor! Y te aseguro que resultará mejor si los escritores y gestores, pertenezcan o no a la Asociación, colaboran en la preparación en lugar de dedicarse a lanzar invectivas descomedidas de cualquier índole. Eso es muy fácil. Creo que es justo también aclararte que ocasionalmente en este evento se declama poesía de autores inmortales y consagrados con el propósito de acercar al público a la poesía, a la literatura y al arte. También se han hecho happenings con la participación directa del público en la elaboración poética. Este evento ha sido, en suma, una iniciativa cultural diversa, polisémica, lúdica e interactiva con el público y esperamos en lo sucesivo tu colaboración para que sea todavía mejor.

En segundo lugar está el periódico. Los dos últimos números, para no ir muy lejos, se han dedicado tanto a poetas y narradores caucanos (de la asociación o no) como a jóvenes autores como Damián Deepsoul Salguero, Willy Delgado, Valentina López o Natalia Vaca. Y aquí también, como en el evento de los jueves, ocasionalmente se dedican algunas páginas para dar a conocer al público la obra o la vida de los inmortales de cualquier latitud (Silva, Saramago, Neruda, etc.) Con lo cual tratamos de cumplir con el doble propósito de promover nuestros valores y de acercar al público a la poesía y la literatura universales.

Te aseguro Víctor que ninguna de estas tareas es fácil. Y se vuelven más difíciles cuando alguien se dedica a despellejar públicamente una empresa cultural que, repito, puede ser mejor. Sobre todo, claro está, si hay colaboración y lealtad.

Finalmente, ya que tanta capacidad y criterio ostentas, te propongo algo muy simple: te cedo el cargo de la presidencia y te prometo que me dedicaré, sin ningún cargo, a colaborarte estrecha y lealmente para que las cosas marchen bajo tu conducción.

Un abrazo.


CARTA TRES
RÉPLICA DE VÍCTOR LÓPEZ ERASO

Darío:
Tus palabras de respuesta a mi artículo Una joven asociación envejecida, publicado en Radio Súper, indican que el objetivo trazado se cumplió.

Estoy seguro de que era necesario este llamado de atención y que la asociación será replanteada hacia el futuro. Al menos así lo espero.

En mi condición de librepensador –la calificación de pensador independiente siempre me ha parecido fea e imprecisa–, he señalado fallas estructurales y políticas a varias instituciones públicas y privadas; a veces he recibido como respuesta términos desobligantes que apuntan al cinismo, como sucedió con el Alcalde de Popayán. En el caso de la Asociación Caucana de Escritores (ACE), una organización que tiene la obligación de administrar (y ejercer) el pensamiento creador y el buen decir, debe estar lejos de esos calificativos, propios de juez inquisidor. Es virtud de un dirigente, de cualquier actividad social o política, saber asimilar los cuestionamientos y no volverse contra el criticón; aquí faltarían argumentos de defensa y sobrarían improperios.

Generalmente nos alineamos con la tendencia de creer que lo que hacemos está bien hecho, por eso, siempre he clamado por una crítica literaria seria y fundamentada que la ACE podría propiciar, con liderazgo y entusiasmo entre sus asociados que tienen autoridad y talento, sin ninguna inversión económica; con voluntad política, como dicen los que ignoran la política.

No he participado de las actividades de la ACE y tampoco he recibido su apoyo en mis actividades afines; en términos prácticos, no pertenezco a la ACE. Esto me da el derecho de ejercer la crítica sin caer en la deslealtad. Si he adoptado una posición egoísta de publicar por mi cuenta –contrario a mis convicciones de que el trabajo es placentero y creador en comunidad–, se debe a la ACE: En el año 2006, envié al presidente de ese entonces un artículo con la intención de que fuera publicado en su periódico; la respuesta excluyente fue, “primero debe afiliarse a la ACE”. Hubiera sido más digno que el rechazo se hubiera fundamentado en la calidad del texto. De todas maneras, sí fue determinante en la publicación de mi primer libro y la apertura posterior a otros medios de comunicación que ni me determinaban.

Darío: a mi edad no me hacen falta reconocimientos y distinciones de terceros, tampoco me sobran. Puedes remitirte a mi carta de respuesta de una, muy amable y comprometedora, que me envió el secretario de la ACE con ocasión de mi primera publicación; en ella destacaba que mi afiliación a la ACE se hiciera sin optar a ningún cargo directivo. Esa posición sigue vigente.

Gracias por permitir expresarme a manera de aclaración.

Con estimación,

Víctor López Erazo.
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Archivo recuperado de mi blog POPAYÁN NUEVA ÉPOCA)

MACONDO LIBROS
Rodrigo Valencia Q

Especial para Proclama del Cauca
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Hubo un Macondo en Popayán, un lugar para la cultura, la jovialidad y camaradería bien dosificadas. Buena parte de nuestra memoria quedó allí desde que su maestro de ceremonias, Omar Lasso, decidió cerrar sus puertas al ajetreo de los compromisos comerciales.

Si algo gustaba de Macondo Libros era su recinto pleno de cortesía y su casi legendario librero intentando la proeza de la cultura en una ciudad donde sus voces predilectas, a pesar de todo, van preñando, instaurando nuevos vientos y razones para la existencia. En Macondo Libros hubo fiesta diaria, ritos de iniciación, tertulia y carcajadas. Los pesos pesados de la intelectualidad iban llegando con sus agudos y brillantes diálogos, sus rictus académicos, sus visiones críticas, o con anécdotas de la cotidianidad más simple y callejera. Allí se compartían el instante, el minuto, las horas y el tiempo todo con algún café, cerveza o licor ritualizado entre buenos estímulos para engendrar ingenio y alimentar los ratos libres.

Buenas épocas esas de Macondo, "un lugar siempre posible"; un dibujo mío, que se estampaba en cada venta, sirvió de excusa para embrujos y promesas de la suerte, y todo era de maravilla entre esos estantes poblados de libros de la más alta alcurnia intelectual. Entrar a Macondo era iniciar el terreno de la anécdota, aligerar el día, mensurar la intensa levedad de la existencia, abrir los ojos, oídos e intelecto a lo imprevisible y a las probabilidades de congeniar con las mejores amistades. Allí el arte, la literatura, poesía, filosofía y música eran atmósfera, clima inevitable entre los saludos, encuentros sorpresivos y miradas cómplices; digamos que el mundo de los libros era llave mágica, pasaporte a los afectos, estrategia de alegría, enganche para usuarios de la fantasía y otros goces del espíritu. Uno que otro amor lícito o prohibido debe haber nacido en ese especial rincón, hoy señalado por la nostalgia y la cordialidad de la memoria.

Macondo, que comenzó con una simple caja ambulante de libros, creció y poco a poco fundó un mundo propio; tenía su aroma: el de la palabra, que todo lo domina. Hoy las palabras tal vez se fueron a otra tienda que no existe. Omar es el ausente que todos recordamos con el afecto de la amistad que no declina. En Macondo Libros, Popayán tuvo otra oportunidad sobre la tierra... la vida parecía una leyenda.

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El 9 de febrero de 2012 16:06, Donaldo Mendoza escribió:

Hubo una vez en Popayán una librería, "Macondo Libros", cuyo principal encanto no era hallar el libro que se andaba buscando, sino la oportunidad de refugio que ofrecía el lugar; siempre se encontraba allí un amigo/a, y la mañana o la tarde se tornaba feliz. Su propietario, Omar Lasso (La Unión, Nariño), oficiaba como maestro de ceremonia, era un alfaguara de conversación; y cuando era preciso, el Celestino cabal para las citas y encuentros "casuales". Hace unos 6 años la librería se cerró, faltó un poquito para que los huérfanos de ella saliéramos a la calle en cortejo de duelo; éste ha sanado, pero cada tanto muta en nostalgia. Un abrazo,
DONALDO.


GLOSA A LO INDELEBLE DEL TIEMPO COMPARTIDO


RINCÓN DE ALEJANDRÍA
(A Macondo Libros..)

Semilla de sabios
que nació en el mar
y voló sobre montañas.

Invención de un mago
donde ofició el librero de Borges
mientras la musa presidía
un oráculo de sueños.

Bárbaros enemigos
hijos de un tiempo veloz,
como huracanes aciagos,
destruyeron el sueño
de la biblioteca como un paraíso.

Digno final el de Alejandría,
llama infinita de saber y ceniza.
Peor yacer en el olvido
entre fantasmas y libros
que nadie quiere leer.

Ya no hay Borges ni Quessep.
No están los caballeros de la luz
tampoco los de la oscuridad
voces infinitas que rumoran en la nostalgia
Barona, Posada, Jaramillo
Torres, Luciano, Jordán
Rafaelito, Ricardo, el Conde
Donaldo, Rodrigo y La sutil Luz María.

La pícara risa de Jimena,
Stella y sus confidencias
Y Kenny, esa flor primorosa,
a quien solté por primera vez
aquella frase que fue slogan:
“No te preocupes.. quien me debe
me pertenece un poco
y cuanto más me debas
más me perteneces”.

Emigraron también las vampiresas
y aquellos nuevos poetas
de la Generación Pos Terremoto
con sus musas.

Ahora el librero sólo cuenta su historia:
hubo una vez ...

Omar Lasso
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(Archivo recuperado de mi blog POPAYÁN NUEVA ÉPOCA)

Homenaje a un escritor menor con plumas de pavo real premiado en chiquinquirá, segundo en el Pablo Neruda de temuco y próximo finalista del Jorge Luis Borges de timbío; puesto 999 de la Casa Silva por una frase de encargo sobre la guerra, entre 1000 escogidas. QUIEN ME NIEGA EN LA ESCRITURA.

LA VAMPIRESA (Cuento)

Del libro La Seducción y otros relatos (Popayán 2003) acerca del cual ha dicho Vicente Pérez Silva (Escritor y ensayista de temas históricos y literarios. Colaborador del Instituto Caro y Cuervo, Bogotá – Averiguar en Google): "... Básteme por ahora expresarle que he leído o mejor, que he vivido plenamente los relatos de su pluma. Unos relatos de acrisolada calidad que encantan y seducen. Toda una urdimbre del más fino erotismo que, según expresión de Octavio Paz es el "reflejo de la mirada humana en el espejo de la naturaleza". Le reafirmo, mi apreciado amigo: he disfrutado sus recreaciones, sus "vivencias oníricas" con un deleite inenarrable. Páginas inspiradas por una voluptuosidad que nos hace sentir, que nos hace vivir toda la fuerza que entrañan la seducción y sus más secretos atractivos..." (Nota manuscrita en: Código del amor, Pérez Silva Vicente, Gustavo Ibáñez, Bogotá, 2004)

I
Aquella tarde la puerta me supo a mujer. Los toques suaves, algo temerosos, alteraron mi corazón mientras ordenaba los libros. Muchos acudían a este sitio, donde con frecuencia nos entreteníamos en largas conversaciones, en las que no faltaban palabras bonitas para una mujer. Algunas veces brilló el genio de donjuán. Llegué a usar la poesía para adornar un piropo : Aldeanita a cuyas trenzas até mi corazón de seda, o me valí de ella para insinuar alguna secreta intención: ...me gustaría ser el poeta peregrino siempre y cuando tú fueras la noche...

Esta vez el sobresalto fue mayor, como si hubiera quedado atrapado en una nube de energía que desde afuera me alcanzaba. Aunque recibía visitas frecuentes pocas veces me colmaban. Sin embargo, una renovada esperanza me prometía algo grande. La realidad sorprende como juego de azar. Cada hombre o mujer va y viene sin saber que lo dramático acecha.

Un golpe de emoción me sorprendió al mirar a través de la lentilla: no era una mujer bella, sino la viva carne del deseo, con abundantes signos de una naturaleza ardiente, que rebosaba hasta por sus ojos. Tras de ese cuerpo, rebelde a la menuda ropa que lo aprisionaba, vislumbré una mujer golosa y de acción. A esa hora el calor y el movimiento me hicieron imaginar un cuerpo resbaloso y en celo. Llevaba el cabello corto; lucía una blusa atrevida y su faldilla atraía la mirada sobre la vellosa línea de su vientre, donde quedó flotando mi deseo. Sus nalgas podrían haber resistido una procesión de amantes. Respiré con avidez, en busca de otros olores más allá de los cosméticos de tocador. Me preguntó sobre libros de vampiros. Una vez adentro, la conversación fue más importante que los libros. Al indagar por su curiosidad respondió : «¡Creo en su existencia... los he visto!» No tenía idea de lo que me estaba hablando. Era inverosímil que algo semejante ocurriese en estos tiempos. A pesar de mi incredulidad puse mucho empeño en ayudarla. Le hablé de creencias tan arraigadas en nuestro subconsciente que suelen confundirse con lo real, sin que ningún argumento valga para sacarnos del equívoco, debido a fuertes impresiones ancladas en nuestro inconsciente. Nada de esto aceptó, ni otros argumentos que le expuse. De niña había visto algunas películas famosas: Nosferatu y el Conde Drácula. Le insinué que en el mito vampiresco se esconde un afán de inmortalidad y un desorden sexual, por exceso de naturaleza, que no tiene nada de oscuro y es, más bien, una suerte de pocas personas privilegiadas. Algo satisfecha decidió marcharse, prometiéndome regresar al siguiente dia con un obsequio que cambiaría mi vida.

II

Debido a mi educación racionalista me acostumbré a ignorar el mundo oscuro. Todo lo veía a través de coordenadas cartesianas, como si la fantasía sólo fuera parte del folclor, la literatura o el cine. Del mundo vampiresco y otros habitantes de la noche mi conocimiento no superaba el de la gente común. Desde mi infancia me infundieron miedo, como seres emparentados con el mal, formas horrorosas en las cuales encarnan espíritus fantasmales, puestos en el mundo para amedrentar a los descarriados y prevenir a los inocentes. Ello me produjo un temor reverencial a la oscuridad y a la soledad. La ciudad y la ilustración me ayudarían a superar tales lastres. ¡Eso creía!. La experiencia que voy a referir me enseñó que la ciencia apenas había iluminado parte de la realidad.

III

La ilusión de estar con ella me predisponía a seguirle la corriente, seguro de que sus fantasías ocultaban vigorosas calenturas del cuerpo. Grande era mi ansiedad por compartir ese remolino de pasiones. Con el paso de los días, y ante el incumplimiento de su promesa, me fui olvidando del asunto, hasta que un sábado, sobre el filo del mediodía, algunos clientes de mi establecimiento se movieron inquietos en sus asientos al ver entrar a la sensual mujer. Vestía las mismas prendas de la primera vez: minifalda y diminuta blusa, ambas prendas de color rojo, intenso como viva sangre. Los zapatos de tacones moderadamente altos, la pulsera, un anillo y los aretes resaltaban su elegancia. Se dirigió hasta donde yo estaba y me saludó de beso. Luego sacó del bolso el regalo prometido, turbador envoltorio que me entregó con recelo, bajo la promesa de no verlo en ese instante. Su aliento me distraía cada vez que hablaba. Cuando quedamos solos miró la escalera, y preguntó : «¿que hay arriba? Tengo curiosidad...» -agregó-, y se encaminó hacia allá. Al subir, sus muslos se descubrieron por completo. Arriba, miró con emoción hacia todos lados como si hubiera encontrado el lugar deseado. Todo le agradaba: la alfombra roja, el juego de sala color vinotinto, el espejo, donde se leía, también en tinta roja, espejo de las pasiones, y el cuadro de Hernández que celebra de forma voluptuosa el cuerpo femenino, la música y el amor. Después indagó por el recinto encerrado en madera y tríplex con adornos en relieve. «Allí, ¿qué hay?» -preguntó-. Sin esperar respuesta avanzó. Su mirada quedó vagando en el tendido de color carmesí que cubría la cama. Poco a poco fue levantando los ojos, que se posaron en un cuadro surrealista de una joven desnuda suspendida a media altura sobre el arco de un puente. Alterado por su presencia le dije: «voy a caer si no me apoyo en algo», y me fui acercando hasta quedar pegado a ella. Al ver que sus brazos me ceñían descansé. Su cuerpo me tenía desvelado desde el primer día. Soñaba con sus labios carnosos, algo recogidos, como pétalos de rosa, para ofrecer su fragancia, y con sus senos, semejantes a racimos de madura fruta bajo la doblada rama. Muchas veces en la soledad de mi cuarto inventé el goce que cuidaba como el avaro a su fortuna. Tenía práctica en esto desde los furores de la adolescencia. Ahora, su boca atizaba mi pasión, exquisita humedad que compartíamos con deleite. Sus ojos, en donde había descifrado el deseo, se adormecían. Mis labios jugaban en su cuello dejando estelas de tibio vaho. «Antes de continuar debo tomar algo» -dijo-. Fue hasta el asiento donde había dejado el bolso y sacó un frasco mediano, lleno de un líquido color vinotinto. Supuse que era vino. Lo destapó y bebió la mitad. «El resto es para ti si lo deseas» -dijo-. Lo consumí como un autómata, sin tener tiempo de reparar en su sabor, porque al instante ya no era el mismo; en mi consciencia sólo habitaba un deseo majestuoso. Recuerdo que me tumbó sobre la cama, hundiendo mi falo en su pulposo nicho, que succionaba como un tirabuzón. Muy cómoda y complacida cabalgaba, resbalando sus senos sobre mi pecho. La fuerza de su mirada hería mis ojos, y sus amenazantes muecas turbaban mi espíritu. A bocanadas me tomó del cuello, donde finalmente se adormeció. Era curioso, mi cuerpo de atleta se iba debilitando, en cambio mi falo se hacía más imponente en la andanada de vigorosos tirones. Sin duda era por el brebaje. Una dulce corriente, apenas perceptible sentía en mis venas, como si mi espíritu viajara feliz, en medio de una fiesta. Sin noción del tiempo me extinguía, viendo embellecerce más y más a ese animal, en medio de la fatal atracción que me llevaba a la muerte. Apenas atiné a vislumbrar el fin, como si marchara raudo hacia un abismo.

Cuando ya la luz me abandonaba irrumpieron en la habitación dos vigorosos jóvenes en cuya presencia me sentí como miseria lastimosa. A no dudar, eran de su misma especie. Sin dificultad la arrancaron de mi cuerpo y se la llevaron. Muy cerca de la muerte, la película de mi vida había empezado a rodar sin esperanza. En uno de sus pasajes me veía rodeado de personas vestidas de blanco, que aguardaban mi resurrección en la camilla de convaleciente.

Los médicos aún se esfuerzan para detener una mutación que avanza de modo inexorable. Al recordar el obsequio de la vampiresa fui en su búsqueda. Era el mismo frasco con el líquido que bebimos en el fatal preludio amoroso. ¡Un júbilo sobrecogedor me embarga cada vez que lo tengo en mis manos!

POESÍA
TRÍPTICO EN CONSTRUCCIÓN UNO

I
RINCÓN DE ALEJANDRÍA
(A Macondo Libros..)

Semilla de sabios
que nació en el mar
y voló sobre montañas.

Invención de un mago
donde ofició el librero de Borges
mientras la musa presidía
un oráculo de sueños.

Bárbaros enemigos
hijos de un tiempo veloz,
como huracanes aciagos,
destruyeron el sueño
de la biblioteca como un paraíso.

Digno final el de Alejandría,
llama infinita de saber y ceniza.
Peor yacer en el olvido
entre fantasmas y libros
que nadie quiere leer.

Ya no hay Borges
ni Quessep.
No están los caballeros de la luz
tampoco los de la oscuridad
voces infinitas
que rumoran en la nostalgia
Barona, Posada, Jaramillo
Torres, Luciano, Jordán
Rafaelito, Ricardo y el Conde
Donaldo, Rodrigo y la sutil Luz María
con Kenny, flor primorosa,
a quien solté por primera vez
aquella frase que fue slogan:
No te preocupes… quien me debe
me pertenece un poco
y cuanto más me debas
mi ilusión dice que más me perteneces.

Emigraron también las vampiresas
y aquellos nuevos poetas
de la Generación Post Terremoto
con sus musas.

Ahora el librero sólo cuenta su historia:
hubo una vez ...


II

RAZÓN DE SER

No sé si hay amor
en mi corazón
sí un dolor
de mujer en la raíz
donde abreva una escondida tristeza
y también esa otra alegría
de inventar y reinventar el mundo propio
como un juego travieso
en que lo imposible es lo nunca pensado.



III


MANTRA


Y a pesar de todo quiero la vida.
Vida saludable, inspirada y bella.

De dulce corazón
alma grande y un
pensamiento vigoroso.

Quiero leve la alegría
sutil la ironía
dulce la tristeza.

Que un bálsamo sereno me toque
en la turbulencia del ánimo

Y una idea febril dance siempre
en la quietud
Con renovado asombro.


ENSAYO

LA NUEVA POESÍA EN LA CRISIS
DE LA CIUDAD LETRADA
[ Popayán 1980 – 2005]
Omar Lasso Echavarría *
10 CAPÍTULOS

Ensayo que le ha permitido decir al poeta y editor Felipe García Quintero: “…y en atención a dicha circunstancia, remitimos al epílogo de Omar Lasso Echavarría titulado La nueva poesía en la crisis de la ciudad letrada, ensayo de exploración que se constituye en el primer intento de ordenar de modo crítico la poesía de la última generación de escritores en Popayán” (Llama de piedra. Poesía contemporánea en Popayán, 1970-2010, GARCÍA QUINTERO, Felipe. Ediciones Axis Mundi/Ministerio de Cultura, 2010,

PRIMERA PARTE: CONTEXTO
Un recital poético de 2004 reunió en Popayán a Edgar Caicedo Cuéllar (1966), Francisco Gómez Campillo (1968), César Samboní (1972) y Felipe García Quintero (1973) . Durante ese mismo año se celebró, también, el quinto aniversario de la muerte del poeta Carlos Illera (1957-1999) Estos dos acontecimientos me llevaron a reflexionar sobre la actual generación de poetas que ha llegado a su madurez en la bisagra del reciente siglo. En el presente ensayo tendremos en cuenta, además, otras voces que afirmaron esta generación como las de Hilda Inés Pardo (1956), Luis Arleyo Cerón (1962), Marco Antonio Valencia (1967), Fabio Holguín Marriaga (1961) y Elvio Cáceres (1955). No sobra declarar que esta aproximación es tan sólo el punto de vista de un observador del acontecer cultural y amigo personal de los poetas.

Creemos que este grupo de poetas es vástago de una época llena de contradicciones, lo suficientemente vigorosas como para confrontar, desde lo poético, valores todavía dominantes, aunque con poca o ninguna conciencia política. En tanto hecho cultural y sociológico, este grupo se caracteriza por tener preocupaciones comunes respecto a temas literarios y formas de enunciación, mediante la imagen y el verso libre, expresión dominante en la poesía contemporánea. Unos conservan el tono lírico y confesional; otros, un tono coloquial cercano a la prosa. Dicha generación, iniciada cronológicamente por Carlos Illera (Popayán, 1957-1999) se ubica en el punto de transición de la Perestroika que dio origen a una nueva época de corte nihilista, retomando el camino de los poetas malditos
Con Illera se inicia en Popayán lo que podría denominarse generación poética posterremoto, caracterizada por la confrontación individual su existencia, importádoles “su verdad”, en calidad de sujetos fragmentados por diversos aspectos de orden familiar y social. En su mayoría son poetas de provincia o de modesta condición socioeconómica que se rebelan en el canto contra su propia condición de vida, frente a una sociedad tradicional en crisis, tanto en sus imaginarios como en la pérdida de poder económico y sociopolítico, en un proceso de reacomodo de nuevas fuerzas sociales con representaciones distintas desde la promulgación de la nueva Constitución que reivindicó al Tercer Estado o Estado Llano.

Se trata de una generación de voces emergentes que ponen de manifiesto la nueva situación de la ciudad, dominada por diversos actores sociales llegados de la provincia caucana después del terremoto de 1983, y por la estampida progresiva de los payaneses raizales a ciudades de mayor progreso. Este cambio social generó una dinámica distinta en la ciudad de Popayán, tras el surgimiento de nuevos fenómenos urbanos, característicos de grandes ciudades, como la conformación caótica de cinturones de miseria, delincuencia organizada, pandillismo, narcotráfico, consumo de estupefacientes, mendicidad generalizada y desplazamiento forzado desde zonas de conflicto, etc. Tales fenómenos, ya comunes en nuestro país y agravados durante las dos últimas décadas, transformaron aceleradamente pueblos y ciudades, alterando las identidades sociales e individuales.

Estos cambios, no obstante, generaron condiciones favorables a la creación estética. Uno de esos aspectos fue el surgimiento de lo anónimo como categoría despersonalizadora de la sociedad entre sujetos que ya no se reconocen. La problematización de la existencia, tras la disolución de la identidad, condujo a indagar sobre quiénes somos en un contexto donde se desestabilizaron los roles sociales. A ello hay que agregar la liberación extrema del individuo por obra y gracia de la sociedad de consumo y la cultura de masas, a través del poder omnipresente de los medios de comunicación que, mediante el recurso de lo libidinal, explota toda clase de necesidades del cuerpo y del alma. Por este camino hemos arribado al punto en que la irreverencia ya no escandaliza, como resultado de la relativización de todos los valores; por el contrario, es el alimento de una sociedad vertiginosa en la que toda novedad envejece al instante.
Complementan este conjunto de aspectos sociológicos y políticos otro de importancia fundamental: la pérdida de poder espiritual y social de la Iglesia Católica, ante la diáspora de sus feligreses, captados por diversos movimientos religiosos de inspiración protestante.

Aparte de este contexto general, debemos referir algunos factores que propiciaron la investigación y la creación literaria en Popayán que alcanza, inicialmente, su punto más alto con tres premios nacionales del Ministerio de Cultura (Colcultura): el obtenido por Guido Barona Becerra, con el ensayo Legitimidad y sujeción: Los paradigmas de la “invención” de América (1993), el de Francisco Gómez Campillo con el libro La tiniebla luminosa (1993), y el asignado a Hortensia Alaix de Valencia (1939), en la modalidad de literatura oral, por el libro Literatura popular. Tradición oral en la localidad del Patía (1994). Pero ya antes, en 1988, Horacio Ayala (1965), entonces estudiante de literatura, había ganado el premio universitario de poesía ICFES, y Mario Erazo, compañero suyo, obtenía el segundo lugar. Después vendría una serie de éxitos de varios poetas, que ganaron premios regionales, nacionales e internacionales . Los concursos y las becas de creación del Fondo Mixto y el Ministerio de Cultura impulsaron a toda una generación de investigadores y escritores. En el campo de la creación literaria sobresalió, en un principio, la poesía; luego, en el último lustro, se observa un marcado interés por la narrativa, lo cual merece un estudio aparte de esta reflexión. De igual modo, poco a poco se consolidan auténticos sellos editoriales, como el de la Universidad del Cauca, Estuario y Axis Mundi.

Nos interesa resaltar el aspecto del intelectual, ya no aislado, sino el de aquel que se integró al dinamismo social animando nuestra época. Fue así como la Facultad de Ciencias Humanas y Sociales de la Universidad del Cauca se posicionó en la investigación histórica y antropológica, a nivel nacional e internacional. Destacamos los trabajos de Zamira Díaz (1986, 1994, 1996), Herinaldy Gómez (2000, 2004), Hugo Portela (2002) y Diego de Jesús Jaramillo (1997); intelectuales de vocación que han dejado huella, no sólo en el ámbito académico, sino, y principalmente en la vida social de la ciudad y de las comunidades indígenas del Cauca.

Este florecimiento coincide o, quizá, fue propiciado por un cambio de época en el pensamiento occidental: la crisis de la modernidad, centrada en la dominación de una razón ilustrada que pretendía imponer sus ideas a la realidad, y que en nuestro caso lo venía haciendo en una lucha enconada contra el modelo escolástico, desde la conformación de nuestro estado nacional, hasta el triunfo de las corrientes conservadoras que impusieron una Constitución de apariencia demoliberal y fundamento escolástico (Galvis, 1986: 223). Con el cambio de Constitución en 1991, en respuesta a la exigencia de un amplio reconocimiento político de la nación colombiana, nuestro país dio un viraje hacia la corriente postmoderna, caracterizada por un descentramiento de la razón ilustrada que abandonó el propósito de ejercer una legislación universal desde la soberanía del pensamiento, en sentido kantiano. Para precisar más esta idea digamos que la Constitución colombiana efectuó un cambio considerable respecto a la concepción de sujeto implícito en ella. Pasó de un sujeto abstracto de aureola católica, con derechos generales, a una diversidad de sujetos con derechos específicos y cosmovisiones diversas que se harían valer mediante la Tutela y las Acciones populares y de Cumplimiento. En consecuencia, el papel del intelectual cambió; ya no buscaría la transformación del mundo o de la historia, sino la de su entorno y de algunas parcelas de la realidad. De este modo, se hizo corriente la participación del intelectual en política; y algunas universidades ajustaron su modelo pedagógico a las nuevas exigencias sociales, aunque se expusieron de modo más evidente a la contaminación política.

Si tenemos en cuenta, como señalábamos atrás, que lo importante es la relación del intelectual con la sociedad, donde el talento se mide por la capacidad de influir en el acto generoso de darse a los demás, debemos destacar la labor de algunos intelectuales en Popayán que animaron esta época desde las distintas esferas del saber y la vida cotidiana: el historiador Guido Barona Becerra (1945) ha sido, sin lugar a dudas, el librepensador más prestigioso durante este periodo. Con una vigorosa vocación epistemológica practicó la transversalidad disciplinar de saberes: historia, antropología, filosofía, política y semiótica. Su conocimiento, deliciosamente permeado por la vivencia, logró acercar lo universal a la dimensión cotidiana de las problemáticas de distinto orden: académico, social, político, económico y cultural. Destacamos también la actitud del politólogo Diego de Jesús Jaramillo (1948), quien encarnó al intelectual orgánico de Gramci en su afán de unir el saber y la vida. Por su parte Eduardo Gómez Cerón (1955), modelo de hombre culto, en el sentido de vivir la dimensión cultural de lo cotidiano, poseedor de un gran don de gentes y altura crítica en el ejercicio del periodismo; ha sido inagotable cantera anecdótica del devenir social, político y cultural de la ciudad. Gustavo Wilches (1954), una de las inteligencias más lúcidas y polifacéticas, de orientación holística en su quehacer práctico y teórico; se ha destacado como guía social indiscutible, con una visión de ciudad cual pocos para dirigir los destinos de Popayán, en una época acéfala de políticos ilustrados. Julio César Payán (1942) continuó la práctica revolucionaria de la medicina bioenergética, iniciada en Popayán por su Colega Germán Duque Mejía, a principios de los setentas, en claro desafío a la ortodoxia anclada en la Facultad de Medicina de la Universidad del Cauca, de la cual Payán fue docente. Además, se integró luego al devenir social y político desempeñando una labor educadora y crítica desde la prensa y la radio. En otra orilla, como voz nostálgica de un tiempo pasado, el antropólogo Hernán Torres (1937), de formación anglosajona, ahondó en el imaginario cultural de la ciudad a través de sus brillantes conferencias de antropología poética. No obstante su labor de quijote solitario, vio naufragar la arcadia en medio de la indiferencia de sus contemporáneos. Víctor Paz Otero (1945), encarnó la conciencia histórica y crítica de Popayán, en un lenguaje delirante lleno de belleza, cargado de ironía y resentimiento frente a un pasado histórico de voraces apetitos personales y un presente sin grandeza, sentimientos que recuerdan antiguas rencillas partidistas, que en su momento se resolvieron mediante la espada.

Este grupo de pensadores, fieles al posteris lumen moriturus edat , no estaría completo si no mencionáramos a tres artistas de constante presencia en el quehacer cultural a lo largo de las dos décadas que cierran el siglo XX en Popayán, como protagonistas y mecenas de la cultura, éstos son: Guido Enríquez (1937), de amplios conocimientos humanísticos y cultor de la poesía moderna y de género festivo, en la mejor tradición payanesa de las últimas generaciones; Gloria Cepeda Vargas (1928), la poeta más reconocida en nuestro medio, quien abrió el camino a una nueva generación de mujeres escritoras, hoy integradas en el grupo Amaltea; son ellas: Matilde Eljach (1952), Hilda Inés Pardo (1956), Mary Edith Murillo (1969) y Luisa Fernanda Bossa (1981), de exitosa participación en recientes versiones del concurso de poesía femenina de Roldanillo, Valle. Igual de importante fue el aporte de Eduardo Rosero Pantoja (1944), lingüista, escritor, y cantautor, por haber puesto su talento musical al servicio de los escritores con generosidad sin par. Su voz lírica, llena de nostalgia, tuvo la versatilidad para cantar toda clase de ritmos del folclor nacional y latinoamericano, aun en lengua vernácula.

Esta época dorada tuvo, además, otros creadores artísticos que aportaron su esfuerzo. El registro fotográfico correspondió a Diego Tovar (1946), a través de estudios, exposiciones, cubrimiento de eventos, y como partícipe de muchas tertulias. En el campo de la plástica resaltaron los pintores Gustavo Hernández (1946), Rodrigo Valencia (1949), Adolfo Torres (1951), Ramiro Leiton (1958) y Alfonso Renza (1958), quienes ilustraron generosamente libros y carátulas de varios autores. Los tres primeros nos descubrieron un mundo onírico y simbólico desde diferentes preocupaciones y cosmovisiones: mágicas, esotéricas, místicas, metafísicas, existencialistas, con símbolos de la tradición occidental y también local. Ramiro Leiton, seguido después por Jafet Gómez, llamó la atención sobre el valor de las culturas autóctonas. Por su parte Alfonso Renza nos puso en contacto de otras inquietudes contemporáneas del mundo urbano. Fue también el tiempo de la caída del acuarelista escocés Peter Walton (1937-1995), quien, atraído por la magia del trópico, había llegado en 1973 a Popayán donde se vinculó como profesor de Artes Plásticas en la Universidad del Cauca. Otro retazo de esta historia, en lo marginal, le correspondió a Billy Fals (1956 - ? ), artista autodidacta malogrado por la droga, cuya genética ancestral se manifestó a través del uso de la tierra como elemento básico de una técnica que inventó y aplicó en su pintura, dando inicio a una tradición popular propagada en Popayán por algún tiempo. Memorables fueron, para lo que nos interesa mostrar, las exposiciones “Apocalípticos” (1991) de Rodrigo Valencia y “Carnaval” (1988) de Adolfo Torres (1951). Ambos pintores irrumpieron valerosamente en la escena de una sociedad religiosa tradicional con un conjunto de cuadros que perturbaron el imaginario local. Los “Apocalípticos” de Valencia transgredieron formas y símbolos, mostrando el caos del mundo. La exposición de Torres, portadora de una agresividad demoníaca, evocó el horror de la guerra en las pinturas de Goya, durante la invasión napoleónica a España. Recordamos en especial el “Ángel de la muerte”, un cuadro en carboncillo de aproximadamente cinco metros de largo, digno de la onda metálica, muy posicionada por aquel entonces en el rock pesado. Ambas exposiciones, a la vez que producían angustia, eran portadoras de un sentimiento liberador, como todo aquello que recuerda la condición humana, al emanciparnos de los artificios de una cultura que niega lo que en el fondo somos. Merece consideración especial, para cerrar este capítulo de la plástica, la importante labor desempeñada por la fundación Pintaw Mawa (1987) en pro de los artistas caucanos, tanto de formación académica como autodidactas, a través del Salón Septiembre de Artes Visuales que abrió ese mismo año, y donde se proyectó por primera vez el video-arte Fantasía protagonizado por Carlos Illera. Pintaw Mawa fue un colectivo de artistas y trabajadores sociales integrado por Ramiro Leiton, Nancy Muñoz, José Manuel Valdés, Gloria Díaz, Santiago Hurtado, Patricia Salinas, Oscar Potes, Pedro Salazar, Jafet Gómez, Alfonso Renza, Julián Rivera, Ari Hurtado, entre otros. Su intensa actividad se extendió hasta 1998. Este grupo se caracterizó por el propósito de integrar el arte a los ámbitos social y educativo, propiciando la diversidad de expresiones culturales, y haciendo énfasis, no tanto en la promoción individual de los artistas, como sí en la práctica del arte como medio de comunicación y creación social de valores. Por tal razón se orientó a la docencia, a los talleres, y al desarrollo de metodologías que privilegiaran el uso de materiales no convencionales. Sus aportes quedaron registrados en afiches, revistas, carteles, libros y murales.

Floreció también durante este periodo el arte audiovisual. Y aquí aparece de nuevo en escena, como lo veremos en el tópico literario, el colegio Inem. En el año de 1985 este colegio compró equipos de producción audiovisual con los cuales Gerardo Frey Campo (1965) y Nelson Freddy Osorio (1968) realizaron sus primeras obras: En carne viva (1985) y Por un mal camino (1985), respectivamente. En el año de 1988, Guillermo Pérez La Rotta (1955) y Herinaldy Gómez (1950), profesores de la Universidad del Cauca, iniciaron un taller de capacitación con el auspicio de Cine Arte Nueva Imagen y el Sena, en el que se impartieron cursos de apreciación, guión y realización, bajo la orientación de Lisandro Duque. De este taller resultó la película Crisálida (1990). En el año 1989 Nelson Osorio, Stella Fernández (1968) y Carlos Illera fundaron Fundefilms, que produjo: Fantasía (video poema, 1989), Koomsex (1991), Occidente (1991), Ecce Homo (1992) y Marcando Calavera (1999). En estas producciones predominó como tema el entorno social de marginalidad juvenil (drogas, violencia y sexualidad de los adolescentes), resultado del deterioro social posterior al terremoto. En el año 1999 el Fondo Mixto de Cultura del Cauca, a través del apoyo del Ministerio de Cultura inició el Taller de Formación Imaginando nuestra imagen, bajo la dirección de Víctor Gaviria. Luego de este evento surge el grupo Cinestesia, animado por Juan Pablo Bonilla (1976), Víctor Hugo Camayo (1973), Manolo Gómez Mosquera (1977 ), Alex López (1979), entre otros jóvenes realizadores, quienes produjeron: Luna Criminal (1999), Perdida para un poema (1999), Besaste a Lily (2002), Invitado a cenar (2002), en cuyos temas predominó la intención ficcional. Al igual que ocurría en literatura, estos jóvenes problematizaron los valores y el sentido de la ciudad contemporánea.

Para cerrar este inventario de motivos que propiciaron el florecimiento de la cultura en Popayán, tengo que citar finalmente, con la modestia debida, el papel que desempeñó Macondo, libros y tertulia, como punto de referencia y confluencia de este grupo multigeneracional. Esta librería ha sido, en el curso de su historia, una especie de Gruta Simbólica o de Café automático en Bogotá o la Cueva de Barranquilla; es decir, una ventana a la cultura y al mundo. Por ella pasaron infinidad de creadores, muchos de los cuales dejaron su mensaje en las Bitácoras de Macondo . Varias referencias aparecieron en revistas y periódicos, como en la edición del 9 de agosto de 1996 en Le mond de París y, recientemente, en un libro publicado en Francia, sobre pequeñas librerías culturales del mundo titulado Ici, lá-bas. Librairie Meura, Lille, 2005.

El terremoto de 1983 y la Constitución de 1991, no sólo cambiaron la fachada y el inquilinato institucional en Popayán, sino también el imaginario urbano, con nuevas expresiones sociales, culturales, políticas y económicas. No es nuestro propósito hacer una apología de esta época, sino indicar la necesidad de los complementos necesarios para no retroceder en la calidad de la ciudad, que parece decaer, corrido el primer lustro del s. XXI, en un atraso cultural que la aleja del protagonismo de otras épocas.

Creemos que el movimiento poético posterremoto en Popayán se consolidó a través del proyecto literario de la Revista Ophelia, la Corporación de Arte Fundapalabra, y el Recital semestral “Palabras y Notas”, proyectos de los cuales algunos de los poetas mencionados fueron fundadores y gestores. Sin embargo, esta parte material e inmaterial no hubiera sido posible sin el patrocinio económico de diversas instituciones como el Área Cultural del Banco de la República, la Biblioteca Pública Departamental “Rafael Maya” de Comfacauca, la Fundación Cultural del Banco del Estado, el Ministerio de Cultura, el Fondo Mixto de Cultura del Cauca, la Fundación Casa de la Cultura y la Alcaldía Municipal de Popayán, que en 1992-1994 tuvo un alcalde sensible a lo artístico y consciente en ese momento del ethos cultural de la ciudad, como lo fue Luis Fernando Velasco, quien contribuyó en la financiación del “Encuentro de Poesía Ciudad de Popayán”, evento anual que en diez años de realización alcanzó dimensiones internacionales, y fue decisivo para nuestros poetas en su afán de lograr la interlocución externa y alcanzar la mayoría de edad.

Queda pendiente la tarea de investigar otros antecedentes literarios importantes que abrieron el camino a esta generación, explorando nuevos temas y lenguajes: Carmen Paredes Pardo (19?-1980), Elcías Martán Góngora (1920-1984), Alberto Mosquera (1904-1967), Gerardo Valencia (1911-1994), Plutarco Elías Ramírez (1933-1968), Matilde Espinosa (1912), Gloria Cepeda (1928), (Víctor Paz (1945), Alfredo Vanín (1950) y la generación de la revista La Rueda, integrada por Carlos Fajardo (1957) y Cristóbal Gnecco (1960), entre sus poetas. También Habría que tratar de reconstruir algunas líneas poéticas características en la historia de la poesía caucana que vienen de Guillermo Valencia, Rafael Maya, la tradición de la poesía epigramática, satírico-festiva y la poesía social o política, lo cual sugiere otro ensayo. Ahora nos interesa centrar el análisis en el cambio de época que se produce en Popayán con el terremoto de 1983, y en toda Colombia con la Constitución de 1991. Para ello tendremos en cuenta dos hitos históricos de épocas distintas, en lo social, lo político y lo cultural, demarcadas, de modo definitivo, a fines del s. XX: la primera, representada por la Constitución de 1886, cuyo símbolo nacional es el poeta Guillermo Valencia, y la segunda, representada por la Constitución de 1991, cuya nueva expresión poética la inaugura, en Popayán, la Generación Posterremoto. PENDIENTES: 9 CAPÍTULOS
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(Archivo recuperado de mi blog POPAYÁN NUEVA ÉPOCA)

CORRESPONDENCIA REUNIDA RESPECTO A LA DISCORDIA: OMAR LASSO - MARCO VALENCIA Y DARÍO NOGUERA

Popayán, Dic. 28 de 2011
Señores
Guillermo Alberto Mosquera
PRESIDENTE DE LA JUNTA DEL BICENTENARIO
Marco Antonio Valencia
SECRETARIO DE LA JUNTA DEL BICENTENARIO
CIUDAD.-


Cordial saludo.
Los felicito por el hit que se apuntaron, ya en las postrimerías del período de gobierno, al sacar adelante el proyecto anunciado por el Señor Gobernador de la Biblioteca Caucana de Escritores, aunque con el agravante de ser una colección estrecha y sin convocatoria, de la cual omitieron, además, por criterio preestablecido, a los residentes, según conversación personal con uno de los editores, desconociendo el de tiempo de residencia y calidad de sus obras; aunque tampoco aplicaron con rigor este precepto, según conveniencia de reforzar la propia imagen. Simbólicamente, Uds., con su acto de exclusión, nos han despojado de la ciudadanía payanesa y por ende caucana, al privarnos del derecho de figurar en dicha colección. En pleno siglo XXI, el siglo del cosmopolitismo y la globalización, del multiculturalismo y el mestizaje; además de lo multiregional, reforzado en Colombia por las constantes migraciones en un escenario social de guerra, y sobre todo aquí en Popayán, justo en el momento en que la población mayoritaria es foránea, es injustificable que Uds. defiendan, a ultranza, una territorialidad porosa. Ni siquiera en el año 1976, cuando existía en Popayán una población mayoritariamente vernácula se daban estas conductas xenofóbicas; prueba de ello es la convocatoria al concurso de cuento que hizo el Instituto Cultural de Popayán de entonces, encabezada por personajes de la talla de: Álvaro Burgos, Enrique Cabezas, Fernando Solarte, Alfredo Vannin y Francisco Lemos; dicha convocatoria decía literalmente: “Primer Concurso de Cuento para autores Caucanos y Residentes”.

En mi caso particular, a pesar de haber llegado casi adolescente a Popayán en el año 1978, atraído por el sueño de estudiar, donde he trabajado y también padecido el colosal terremoto de 1983, del cual llevo un inri en mi cabeza, habiendo compartido los tiempos de gloria y también de tragedia, hasta el día de hoy; a pesar de haber creado, sin duda, la mejor librería de Popayán de todos los tiempos, Macondo libros arte y tertulia, que fue faro de luz para la cultura durante 20 años, en torno a la cual se consolidó la generación literaria post terremoto, con referencia destacada en el periódico Le Monde (9 de agosto de 1996, Le Monde, París) y en el libro Ici, La-bas. Librarie Meura, Lille, (Meura, 2005) sobre pequeñas librerías culturales del mundo; librería a través de la cual no sólo creé un entorno favorable a la literatura y al pensamiento, sino que, además, me aproximé a los poetas, estudiando su obra, en mi ensayo La nueva poesía en la crisis de la ciudad letrada, que le ha permitido decir al poeta y editor Felipe García Quintero: “…y en atención a dicha circunstancia, remitimos al epílogo de Omar Lasso Echavarría titulado La nueva poesía en la crisis de la ciudad letrada, ensayo de exploración que se constituye en el primer intento de ordenar de modo crítico la poesía de la última generación de escritores en Popayán” (Llama de piedra. Poesía contemporánea en Popayán, 1970-2010, GARCÍA QUINTERO, Felipe. Ediciones Axis Mundi/Ministerio de Cultura, 2010, Popayán); a pesar de haber contribuido a la formación de escritores de esta región, como Marco Antonio Valencia, quien hace más de 15 años en la galería La Esmeralda, en un puesto de pollos crudos de su familia, que él atendía, me cambiaba, a hurtadillas, la proteína avícola por libros; a pesar de haber recreado en cuentos el imaginario patojo, de casarme con mujer payanesa, procreando tres hijos payaneses, de escribir en la gaceta Ace Palabra, en el periódico El Liberal, y en varias publicaciones locales; a pesar de todo ello, de haber hecho ciento por ciento mi vida acá en función de la ciudad, de donde casi nunca he salido; sin embargo, con toda esa carga de patojidad, para la Junta del Bicentenario, encabezada por Uds. no soy payanés, ni merezco ser tenido en cuenta, al igual que otros intelectuales de ídem condición.

Esta es la Popayán de hoy, donde el 20% de payaneses, no siempre raizales, se atribuyen el fuero de excluir al resto, que en su mayoría poseemos otras raíces, pero que de igual modo estamos comprometidos con el destino de esta histórica ciudad.

Gracias por el segundo exilio.
Atentamente,
Omar Lasso Echavarría
CC.# 15.860.002
Payanés residente, en razón de tiempo, trabajo, estado civil, procreación, realización intelectual e impuestos. Además de pertenecer a aquellos para quienes Popayán es la ciudad que alimenta nuestro espíritu y el afán de escribir.

C O D A : Una cosa es estar fuera del poder y otra estar adentro. Afuera es fácil criticar, opinar y hasta lucir de irreverente para ganar el aplauso. Adentro, los más, casi todos, actúan igual, bajo el imperio subyugador del poder, donde el interés particular prima sobre el general y hasta la voluntad más firme y progresista (¿), como la de Marco Valencia se doblega. Qué balance se puede hacer de su gestión en pro de la cultura, en su calidad de Secretario de la Junta del Bicentenario, la cual sí tuvo presupuesto? Aparte de la retórica del Bicentenario, no hay qué apreciar; sólo tres cosas: 1.- el trabajo de POLIEDRO (grupo interdisciplinar del la Universidad del Cauca), que la Gobernación aprovechó para lucirse; 2.- la PLACA DEL BICENTENARIO, idea suya, en todas las alcaldías del departamento del Cauca con sus “hidalgos” nombres que, paradógicamente, revierte el punto de vista de su novela “Oscuro por Claritas”; y 3.- LAS AUTOEDICIONES. Digamos, en este orden de ideas, que Marco Valencia apenas coadyubó al ornamento y maquillaje cultural (estilo característico de la administración de Guillermo Alberto González), con el critero erróneo de la cultura como maqueta; cuando lo importante y verdaderamente valioso son los procesos culturales, que tocan el alma de los pueblos. Lo demás es grandilocuencia y sólo queda para la foto.

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RESPUESTA DE MARCO ANTONIO VALENCIA :

No debería contestar semejante pasquín de ignorancia. Pero como injuria y falta a la verdad, como Coordinador del proyecto debe aclararle: La colección de Autores Caucanos todavía no se ha presentado al público, por lo tanto no la descalifique; Es un proyecto para exaltar el trabajo literario de los caucanos como todos los entes terriotoriales lo hacen (Existen colección de autores nariñenses, antioqueños, santandereanos, vallunos, faltaba una caucana..... peca usted de ignorancia al respecto; Un proyecto de 100 libros donde solo se publicaron 13 libros, con la inclusión de 33 autores, de los cuales diez de ellos no son nacidos en el Cauca es incluyen te señor; Además, igual que usted, hay 185 escritores caucanos en mi agenda que tienen libros de todos los géneros y serán convocados. A usted nadie lo ha excluido, se esta excluyendo solito. Ninguna colección ni antología del mundo es perfecta. Y si, le creo que es patojo, lo acaba de demostrar con esta carta donde el único argumento válido es la envidia. Que tristeza con usted, señor.
Marco Antonio Valencia Calle
16 de enero
Marco Antonio Valencia Calle
...
Si, se nota que es patojo... porque no encuentro otro motivo para su desafortunada misiva que la envidia y las ganas de intrigar donde no hay. Falta usted a la verdad, e injuria de manera grave señor Lasso. Pero que haya sido librero no quiere decir que sea escritor. Que haya escrito un ensayito mediocre no lo acredita como escritor.
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CONTRA RÉPLICA DE OMAR LASSO:

Envidia de qué ? No creo que seas digno de imitar. Tu fama local es de marketing. Simplemente me aferro a un lugar en el cual construí mi vida. Ni siquiera peleo por mis escritos, sino por la actitud de favorecimiento personal y de grupo que has mostrado, y por el "extrañamiento" propio de esta ciudad en todos los tiempos, tanto en la de los "hijosdalgos" tradicionales como en la de los manumitidos. Cierto, me equivoqué al reclamar algo que, en este contexto, es absurdo. Recuerdo cuando Jesús Astaiza leyó mi libro de cuentos; él dijo en palabras literales: "Cuando uno te lee es como si leyera a un grande, sólo lamento una cosa: que no sea payanés". Hace poco, también, en una junta del Sector Histórico, un hijosdalgo auténtico se refirió, en privado, a los miembros de esa junta como los de la junta del centro histórico de la Pamba. Son síntomas de un problema de fondo, cuya premisa es invisibilizar.

Gracias a este impase se desnudó la gran mentira, de creer que somos de acá y merecemos algo. Ha llegado la hora de reconsiderar mi situación como ciudadano, como crítico y escritor en esta ciudad de inquilinato. Sin embargo, no por ello dejaré de considerarme Payanés Residente, pese a quien le pese, orgulloso más por lo que he hecho que por lo que he recibido, en esta ciudad donde se desconoce la generosidad.

Tú dices que mi ensayo La nueva poesía en la crisis de la ciudad letrada es mediocre. Acuérdate que su borrador fue el evento más celebrado en una velada en la que tú participaste. Luego de eso ha sido editado en un libro de la Universidad del Cauca y reeditado en otro del Ministerio de Cultura. Tú no tienes alcances para calificar la crítica porque tu cultura es de medio pelo. Pregúntale a los que sí saben de esto como el Magíster Felipe García Quintero, quien piensa todo lo contrario, o al magíster Donaldo Mendoza, tu inmerecido mentor. Creo que esta generación literaria contemporánea de Macondo libros, aparte de la calidad excelsa de algunos poetas, sobrevivirá en la historia de Popayán gracias a mi ensayo; el poeta Ricardo León Rodríguez Arce lo aceveró en esta frase: "Omar, los salvaste para la historia, les diste entidad histórica", corroborado además por el juicio ecuánime de Donaldo Mendoza, quien sostiene, también, que yo le di a esa generación cuerpo de identidad, analizándola y bautizándola con el nombre: Generación poética post terremoto.

Respecto a mis escritos, que tú, ahora, pareces ignorar, lo único que no he hecho es sacar plata de mi bolsillo para autoeditarme o buscar un cargo oficial para "publicarme" o implorar que me lean en internet. Además no son crónicas de 20 líneas, sino cuentos de fondo, donde hay lenguaje, imaginación, poesía, intensidad, de principio a fin, y donde se ponen en juego muchos elementos hipertextuales. Para tu información lee este concepto de un crítico nacional como Vicente Pérez Silva, lo conoces?, autor de varios libros publicados por editoriales nacionales, como Gustavo Ibáñez; dice: "... Básteme por ahora expresarle que he leído o mejor, que he vivido plenamente los relatos de su pluma. Unos relatos de acrisolada calidad que encantan y seducen. Toda una urdimbre del más fino erotismo que, según expresión de Octavio Paz es el "reflejo de la mirada humana en el espejo de la naturaleza". Le reafirmo, mi apreciado amigo: he disfrutado sus recreaciones, sus "vivencias oníricas" con un deleite inenarrable. Páginas inspiradas por una voluptuosidad que nos hace sentir, que nos hace vivir toda la fuerza que entrañan la seducción y sus más secretos atractivos..." (Nota manuscrita en: Código del amor, Pérez Silva Vicente, Gustavo Ibáñez, Bogotá, 2004. Vino con otros libros de él, por si quieres verlos. Esto lo cito como respuesta a tu atrevimiento malsano de decir que mi calidad de librero no me hace escritor.

Y no me escribas más, para no decirte otras verdades. Tengo dos perlas guardadas, para aumentar tu prestigio.
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DARÍO NOGUERA TERCIA EN LA POLÉMICA:

Me permito terciar en esta querella sin que nadie me haya invitado, por la simple razón de que en ella se alude a asuntos que a todos interesa. No conozco la respuesta de Marco Antonio Valencia a la primera carta de Omar Lasso, así que la conjeturo de la segunda de este último.

Con un encono y coraje discursivos dignos de mejor causa arremeten, diatriba en ristre, el uno contra el otro. Yo creo que la discusión pierde altura cuando cae en el terreno personal y en el uso y abuso de epítetos que podrían estar soslayando un asunto de mucha mayor envergadura y de interés general. Me refiero al hecho de que en la selección institucional de autores caucanos a cuyo cargo estuvo Marco Valencia, ni estén todos los que son, ni sean todos los que están, insinuación que se encuentra entre líneas en las misivas de Omar Lasso. Este es el asunto serio, y el que se debe tratar sin ambages. Particularmente no tengo una respuesta precisa sobre el asunto pues no he mirado con detenimiento la selección. Pero es harto probable que así sea ya que esto es muy frecuente en este tipo de casos, sin que sea necesariamente “mala leche” por parte del jurado o los jurados a cuyo cargo corrió semejante responsabilidad. En todo caso yo no objetaría ninguno de los que están ya que, parafraseando a Borges, ningún escritor es injustamente recordado, sólo los hay injustamente olvidados (en realidad se lo dijo a Borges su padre “Hay libros que han sido injustamente olvidados; ninguno es injustamente recordado”).

Estoy seguro, por otra parte, de que Omar exagera con respecto a una supuesta segregación por parte, no sólo de Marco, sino de toda la ciudadanía payanesa por no ser él payanés. Al respecto quiero citarle un caso muy elocuente del espíritu incluyente e integrador de especímenes no vernáculos que hay en algunos círculos patojos. Me refiero a la Tertulia payanesa, de la cual hace parte (y no cualquier parte) mi gran amigo don Antonio María Alarcón que como bien sabe Omar es un “arrecho” y furibundo santandereano. Hasta tal punto que los anfitriones de la Tertulia (Don Carlos y don Edgar) lo tienen más en cuenta a él para algunos eventos que a otros contertulios de la región, incluido este humilde servidor, que es patojo y mucho más viejo en la tertulia de marras. Pero eso a mí en realidad me alegra, ya que así se le hace un justo reconocimiento a un “fuereño” que ama y cree más en este pueblo que muchos patojos que yo conozco. Por otra parte a Omar se lo ha invitado más de una vez no sólo a la Tertulia sino a la ACE y ha sido más vale él quien nos ha hecho el feo con sus desplantes.

Por último, insisto: los epítetos; de veras, su finura estilística no alcanza para cubrir el encono propio de una vociferante verdulera, en todo caso indigno del litigio en mención, de sus querellantes y de quienes hemos sido puestos por testigos.

Darío noguera
Asociación Caucana de Escritores
Presidente
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EMAIL DE OMAR LASSO A DARÍO NOGUERA (RESPUESTA) :

Estimado Darío: Aprecio tu interés en el asunto. Eres una persona, un intelectual y un artista de gran valía. Lamento que te hayas desgastado en una asociación de escritores, que existe más de nombre que por contenido real; cuyo principal pecado, además, ha sido carecer de independencia política, a pesar de lo cual tampoco recibió del mandatario de turno la justa retribución por ello. Durante tres años cortejó, participó de las invitaciones a los ágapes gubernamentales; se extasió escuchando el sonoro nombre de la asociaciación en los actos políticos, sociales y culturales, que encubrían su pobreza de fondo, de una casi inexistente actividad literaria; hasta se llegó, inclusive, a ofrendar honores al gobernador con pergamino de lujo. Marco Antonio Valencia, enclave la agremiación de escritores en la Gobernación, tampoco contribuyó a su foralecimiento. El sólo la tuvo en cuenta para las invitaciones, a nombre del Gobernador, a través de esquelas de fina factura, entregadas de modo personalizado.

A la asociación le ocurrió situación parecida a la del partido político la ASI, que apoyó al actual gobernador; le dió el aval, negado antes por el partido liberal. Una vez elegido Temístocles Ortega entregó las Secretarías y demás cuotas burocráticas claves a sus otros aliados: Felipe Fabián, Iragorri y Darío Salazar. Dura leccion para la ASI.

Las asociaciones y academias adquieren por lo general un matiz oficialista que desvirtúa su misión más importante, que es promover la actividad de sus miembros, la formación, la difusión, la competencia, generando procesos a su interior que dinamicen el quehacer, en este caso literario.

La asociación comenzó bien, marchó vigorosamente en un principio, hasta cuando se mezclaron intereses políticos y económicos, con escándalo a bordo, que perjudicaron su imagen y cohesión, produciendo desinterés y desbandada.

He ahí, por qué me alejé. Creo que fue sano.

Un abrazo frateno.
Atte. Omar Lasso


CONSIDERACIONES FINALES

Aclaro: mi carta fue acometida después de una conversación con los escritores Francisco Gómez y Hernán Bonilla, quienes me pusieron al tanto de la Colección y sus criterios, según los cuales yo no podía figurar. Luego me pregunté, por qué en el libro de ensayos no estaba el mío: La Nueva poesía en la crisis de la ciudad letrada, ponderado como la contribución más importante en la reciente crítica literaria caucana, y en cambio sí figura un ensayo de Donaldo Mendoza (de Codazi, departamento del Cesar)? Me respondí: es el mentor de Marco Antonio Valencia y resalta en él su tediosa novela Oscuro por Claritas, cuyo valor es más sociológico, como síntoma de un cambio social, que estético. Los demás ensayistas incluidos en el libro son del establecimiento. Se ve, entonces, que todo conjuga con las características de las publicaciones oficiales.

FORMULO UN INTERROGANTE: ¿SI EL PROYECTO DE LA BIBLIOTECA CAUCANA DE ESCRITORES, CONCEBIDO POR LA JUNTA DEL BICENTENARIO, YA EXTINTA, ES DE 100 LIBROS, DE LOS CUALES PUBLICARON 13, ENTRE LOS QUE FIGURA UNO DE MARCO ANTONIO VALENCIA (JARDIN DEL RINOCERONTE), ¿QUIÉN VA A EDITAR EL RESTO? TEMISTOCLES, ACASO? DUDO QUE ÉL CONTINÚE PROYECTOS DE GUILLERMO ALBERTO Y MENOS QUE ATIENDA RECOMENDACIONES DE UNO DE SUS PEONSITOS. HE AHÍ POR QUÉ LOS EDITORES ASEGURARON SU EDICIÓN; EL RESTO SERÁN LISTA OLVIDADA, COMO COLA DESPRENDIDA DE UN COMETA; QUIZÁ NUNCA, EN ESTA TIERRA MEZQUINA, VEAN SU PUBLICACIÓN. LO PARADÓGICO, IRÓNICO E IRRESPETUOSO ES QUE EN LA AGENDA MARCO ANTONIO VALENCIA DIGA TENER UNA LISTA DE 185 ESCRITORES PARA CONVOCAR, Y SIN EMBARGO, SE PUBLIQUE ÉL PRIMERO. ¿QUÉ OPINAN? DE ESTA AUTOCRACIA?
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MARCO ANTONIO VALENCIA TIENE RAZÓN

Marco Antonio Valencia tiene razón. La Biblioteca Caucana de Escritores fue, es y será sólo un proyecto; una idea preelectoral del anterior gobernador, con la cual engolosinó a la Asociación caucana de escritores. Con ella mantuvo hipnotizados a sus integrantes, quienes participaron de sus ágapes, fueron condecorados, y a la vez retribuyeron con pergamino el halago. Efectivamente , como dice Marco, esta biblioteca todavía no se ha iniciado; sólo es una lista de agenda de 185 escritores. Por lo visto, hay más literatura fuera de la capital caucana que en la misma Popayán (¡ pensar que tanto se la había ignorado !). Esa lista seguramente no coincide con la de Guillermo Alberto, cuyo imaginario está poblado por los íconos históricos de la prosapia popayaneja. En consecuencia, la biblioteca caucana de escritores es un proyecto de cucaña, algo inexistente, que nunca estuvo en proceso, y que dadas las circunstancias de Popayán jamás verá la luz, mientras las provincias del departamento del Cauca sigan siendo para Popayán su finca. Con esa lista se engañó y se continuará engañando a los desconocidos escritores del Cauca. Los libros ahora publicados, con la dirección de Marco Antonio Valencia, Secretario del Bicentenario, sólo corresponden a la BIBLIOTECA DEL BICENTENARIO (13 libros, número fatídico), de los Editores-autoeditados, en la que aparecen: el que puso la plata, el dueño del puesto y los nuevos escritores del establecimiento, con alguno que otro lunar que no les quita brillo.
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MANIFIESTO PARA CERRAR UN CICLO
Algo final por decir, para clausurar el desahogo y quizá callar o seguir gravitando en la orilla donde siempre he estado, desde cuando siendo estudiante de filosofía en la universidad del Cauca, jamás nos pagaron una beca, creada por ley de la República; debiendo trabajar en oficios de automaltrato nocturno en hoteles y ventas ambulantes, hasta aterrizar, por fortuna, en una labor gratificante. Nada de ello oculto; al contrario, en ello me afirmo. A pesar de mi aporte a esta ciudad veo que todo se ha perdido y nada queda para mí; como dice Kavafis, lo que perdiste aquí lo has perdido para siempre; porque carezco del temperamento necesario para ascender en la escala local que funciona con base en la cortesanía y el crudo interés.

Cuando intenté salvar Macondo Libros y Tertulia (verdadera institución cultural de la ciudad), ante el embate de la nueva época, llevé a la Universidad del Cauca proyectos de gran favorabilidad para ella, para sus profesores y estudiantes, pensando en que la ciudad y la universidad requerían de una librería sólida, como también fortalecer su comunidad intelectual. Con tal fin propuse crear una librería-biblioteca independiente, en algún espacio de la universidad, para recoger en ella toda la producción académica de las universidades colombianas, la cual se administraría y atendería con pasantías, a cambio de lo cual sólo pedía el servicio de libranza, para garantizar el pago de los créditos. Rafael Vivas propuso que aumentara el descuento al 30%, cuando mi comisión era apenas del 35% y negó también la libranza, por implicar, según él, doble contabilidad; Danilo Vivas respondió a través de una de sus vicerrectorías, de manera escueta, que no era un proyecto viable. Sin embargo, ambos intentaron imitar el modelo de Macondo Libros y Tertulia para ponerme competencia, a través de la controvertida Fundación de la Universidad del Cauca, famosa por sus litigios judiciales. Olvidaban que el éxito de Macondo residía en el don de gentes, la personalidad y la formación intelectual de su dueño.

Con tal suma de fracasos ante nuestros “visionarios” líderes de pipián no quedó nada, realmente, por intentar. Hoy sugiero a los ciudadanos payaneses y no payaneses: si buscan el éxito afinen las maneras cortesanas, busquen por asesor a Maquiavelo y cuiden las apariencias, porque aquí nadie ve más allá de sus narices. Quien anhele independencia ocúpese mejor del comercio y sea duro de vísceras, porque estos tiempos así lo demandan.
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