lunes, 29 de octubre de 2012

(Archivo recuperado de mi blog PARTIDO VERDE COLOMBIA:CRITICA-abril 20 de 2011)


El Partido verde nace en la mente de uno o varios “emprendedores” (palabra usada con toda la carga de sentido en el campo empresarial). Se diría que fue una idea “brillante” la de anclarse en algo ya hecho en países europeos u occidentales como gustan llamar nuestros intelectuales, de donde llegaron la conquista, la religión, el idioma, la revolución, y todas las modas intelectuales que han alimentado nuestra condición colonial. Era sensato en términos de cálculo político y con la emergencia a primer plano del tema ecológico, proponer la fundación de un Partido Verde, como estrategia para aglutinar las fracciones que quedaron por fuera de la contienda política, después de la reforma que incrementó el umbral electoral. Fue una solución fácil para unir esos variados grupos políticos, situados al margen de la izquierda desgastada y de los partidos políticos sin credibilidad. Sin embargo, ese nuevo cuerpo político llamado Partido Verde, por motivos que merecen un análisis más a fondo, en relación con valores europeos contrapuestos a nuestra idiosincrasia nacional, jamás superó su condición de AGREGADO, convirtiéndose en EMPRESA POLÍTICA ELECTORAL, más que en auténtico partido, empresa que ha sobrevivido gracias a la ESTRATEGIA DE DAR AVALES, a cuantos los soliciten. El AVAL INDISCRIMINADO ha traído nuevos vicios a la política nacional, como LA NEGOCIACIÓN Y LA PÉRDIDA DE IDENTIDAD IDEOLÓGICA. Esta estrategia le ha posibilitado al Partido Verde la permanencia en el tiempo, conservando su personería jurídica y consiguiendo, de modo indirecto, algunos escaños en cuerpos colegiados, en elecciones no determinadas, precisamente, por el vigor del partido, sino por fuerzas distintas detrás de cada candidato. Es así como alrededor del 80% de los representantes del Partido Verde en corporaciones proceden de diversas vertientes políticas, sociales y religiosas, que le deben al partido sólo la insignia. Lo cual ha hecho del Partido Verde algo amorfo y, a veces, contradictorio; por ej., la elección de un concejal cristiano, cuando los cristianos votaron contra Mockus, o la elección de un diputado liberal con credenciales verdes, que pierde durante la elección presidencial en su pequeño patio. Aceptando como natural, en su estado provisional, esta condición del partido, se esperaba, después de las elecciones presidenciales y a luz de la exitosa votación representada por el fenómeno de la OLA VERDE, una reestructuración y ampliación de los cuadros, cubriendo las regiones del país. Sin embargo, esto no ocurrió. Por el contrario, su visión se estrechó. La escasa comunicación, de orden operativo durante la campaña presidencial, se rompió por completo al terminar las elecciones. Las sedes espontáneas creadas en toda la geografía nacional quedaron abandonas, sin una voz de aliento y respaldo para continuar afianzando el partido en las regiones. En cambio, y equivocadamente, redujeron, desde tiempos de la campaña, la coordinación a unos pocos sitios con criterios arbitrarios y señalamientos a dedo, desconociendo la vitalidad del proceso. A la postre, los beneficiados fueron el ya débil Compromiso Ciudadano y los concejales y diputados de Opción Centro, quienes han manipulado el movimiento en favor de sus intereses reeleccionistas. Dicho de otro modo: desde la dirección nacional, en connivencia con concejales y diputados, representantes de la vieja estructura amorfa del partido, sin identidad doctrinaria y sin obra política en la función pública, dejaron por fuera a la OLAR VERDE. Muchas de esas sedes, de más de cinco meses de trabajo, arduo y continuo, de fuerte liderazgo interdisciplinario, con un trabajo organizado y registrado en planillas y bases de datos, que interactuaron, vía email o Facebook, con sus seguidores, que recibieron en sus sedes a miles de visitantes, que participaron en reuniones y visitaron barrios y municipios, divulgando pedagógicamente los principios y el programa del partido, estas sedes ni siquiera recibieron el agradecimiento, mucho menos instrucciones para direccionar el partido, como si nuestra labor fuera prescindible para la cúpula dirigente; ya que con ella o sin ella se sentían ganadores. Sin embargo, aun perdiendo las elecciones ellos ganaron, porque sus arcas debieron quedar llenas, al no retribuir económicamente a las regiones, que trabajaron con plata de su bolsillo. Este comportamiento me recuerda el epígrafe de una revista: “Se necesitaban trabajadores y llegaron personas”.

Omar Lasso Echavarría

Gestor de la principal sede del Partido Verde de Popayán y el Cauca

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