(Archivo recuperado de mi blog PARTIDO VERDE COLOMBIA:CRITICA-abril 20 de 2011)
El Partido verde nace en la mente de uno o varios “emprendedores”
(palabra usada con toda la carga de sentido en el campo empresarial). Se
diría que fue una idea “brillante” la de anclarse en algo ya hecho en
países europeos u occidentales como gustan llamar nuestros
intelectuales, de donde llegaron la conquista, la religión, el idioma,
la revolución, y todas las modas intelectuales que han alimentado
nuestra condición colonial. Era sensato en términos de cálculo político y
con la emergencia a primer plano del tema ecológico, proponer la
fundación de un Partido Verde, como estrategia para aglutinar las
fracciones que quedaron por fuera de la contienda política, después de
la reforma que incrementó el umbral electoral. Fue una solución fácil
para unir esos variados grupos políticos, situados al margen de la
izquierda desgastada y de los partidos políticos sin credibilidad. Sin
embargo, ese nuevo cuerpo político llamado Partido Verde, por motivos
que merecen un análisis más a fondo, en relación con valores europeos
contrapuestos a nuestra idiosincrasia nacional, jamás superó su
condición de AGREGADO, convirtiéndose en EMPRESA POLÍTICA ELECTORAL, más
que en auténtico partido, empresa que ha sobrevivido gracias a la
ESTRATEGIA DE DAR AVALES, a cuantos los soliciten. El AVAL
INDISCRIMINADO ha traído nuevos vicios a la política nacional, como LA
NEGOCIACIÓN Y LA PÉRDIDA DE IDENTIDAD IDEOLÓGICA. Esta estrategia le ha
posibilitado al Partido Verde la permanencia en el tiempo, conservando
su personería jurídica y consiguiendo, de modo indirecto, algunos
escaños en cuerpos colegiados, en elecciones no determinadas,
precisamente, por el vigor del partido, sino por fuerzas distintas
detrás de cada candidato. Es así como alrededor del 80% de los
representantes del Partido Verde en corporaciones proceden de diversas
vertientes políticas, sociales y religiosas, que le deben al partido
sólo la insignia. Lo cual ha hecho del Partido Verde algo amorfo y, a
veces, contradictorio; por ej., la elección de un concejal cristiano,
cuando los cristianos votaron contra Mockus, o la elección de un
diputado liberal con credenciales verdes, que pierde durante la elección
presidencial en su pequeño patio. Aceptando como natural, en su estado
provisional, esta condición del partido, se esperaba, después de las
elecciones presidenciales y a luz de la exitosa votación representada
por el fenómeno de la OLA VERDE, una reestructuración y ampliación de
los cuadros, cubriendo las regiones del país. Sin embargo, esto no
ocurrió. Por el contrario, su visión se estrechó. La escasa
comunicación, de orden operativo durante la campaña presidencial, se
rompió por completo al terminar las elecciones. Las sedes espontáneas
creadas en toda la geografía nacional quedaron abandonas, sin una voz de
aliento y respaldo para continuar afianzando el partido en las
regiones. En cambio, y equivocadamente, redujeron, desde tiempos de la
campaña, la coordinación a unos pocos sitios con criterios arbitrarios y
señalamientos a dedo, desconociendo la vitalidad del proceso. A la
postre, los beneficiados fueron el ya débil Compromiso Ciudadano y los
concejales y diputados de Opción Centro, quienes han manipulado el
movimiento en favor de sus intereses reeleccionistas. Dicho de otro
modo: desde la dirección nacional, en connivencia con concejales y
diputados, representantes de la vieja estructura amorfa del partido, sin
identidad doctrinaria y sin obra política en la función pública,
dejaron por fuera a la OLAR VERDE. Muchas de esas sedes, de más de cinco
meses de trabajo, arduo y continuo, de fuerte liderazgo
interdisciplinario, con un trabajo organizado y registrado en planillas y
bases de datos, que interactuaron, vía email o Facebook, con sus
seguidores, que recibieron en sus sedes a miles de visitantes, que
participaron en reuniones y visitaron barrios y municipios, divulgando
pedagógicamente los principios y el programa del partido, estas sedes ni
siquiera recibieron el agradecimiento, mucho menos instrucciones para
direccionar el partido, como si nuestra labor fuera prescindible para la
cúpula dirigente; ya que con ella o sin ella se sentían ganadores. Sin
embargo, aun perdiendo las elecciones ellos ganaron, porque sus arcas
debieron quedar llenas, al no retribuir económicamente a las regiones,
que trabajaron con plata de su bolsillo. Este comportamiento me
recuerda el epígrafe de una revista: “Se necesitaban trabajadores y
llegaron personas”.
Omar Lasso Echavarría
Gestor de la principal sede del Partido Verde de Popayán y el Cauca
Omar Lasso Echavarría
Gestor de la principal sede del Partido Verde de Popayán y el Cauca
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