lunes, 29 de octubre de 2012

(Archivo recuperado del blog POPAYÁN NUEVA ÉPOCA)


EL AMBIENTE ARTÍSTICO
Por: Omar Lasso Echavarría
Especial para El Liberal
 
Esta época dorada (década de los 90s) tuvo, además, otros creadores artísticos que aportaron su esfuerzo. El registro fotográfico correspondió a Diego Tovar, a través de estudios, exposiciones, cubrimiento de eventos, y como partícipe de muchas tertulias. En el campo de la plástica resaltaron los pintores Gustavo Hernández, Rodrigo Valencia, Adolfo Torres, Ramiro Leiton y Alfonso Renza, quienes ilustraron generosamente libros y carátulas de varios autores. Los tres primeros nos descubrieron un mundo onírico y simbólico desde diferentes preocupaciones y cosmovisiones: mágicas, esotéricas, místicas, metafísicas, existencialistas, con símbolos de la tradición occidental y también local. Ramiro Leiton, seguido después por Jafet Gómez, llamó la atención sobre el valor de las culturas autóctonas. Por su parte Alfonso Renza nos puso en contacto de otras inquietudes contemporáneas del mundo urbano. Fue también el tiempo de la caída del acuarelista escocés Peter Walton quien, atraído por la magia del trópico, había llegado en 1973 a Popayán donde se vinculó como profesor de Artes Plásticas en la Universidad del Cauca. Otro retazo de esta historia, en lo marginal, le correspondió a Billy Fals, artista autodidacta malogrado por la droga, cuya genética ancestral se manifestó a través del uso de la tierra como elemento básico de una técnica que inventó y aplicó en su pintura, dando inicio a una tradición popular propagada en Popayán por algún tiempo. Memorables fueron, para lo que nos interesa mostrar, las exposiciones “Apocalípticos” (1991) de Rodrigo Valencia y “Carnaval” (1988) de Adolfo Torres (1951). Ambos pintores irrumpieron valerosamente en la escena de una sociedad religiosa tradicional con un conjunto de cuadros que perturbaron el imaginario local. Los “Apocalípticos” de Valencia transgredieron formas y símbolos, mostrando el caos del mundo. La exposición de Torres, portadora de una agresividad demoníaca, evocó el horror de la guerra en las pinturas de Goya, durante la invasión napoleónica a España. Recordamos en especial el “Ángel de la muerte”, un cuadro en carboncillo de aproximadamente cinco metros de largo, digno de la onda metálica, muy posicionada por aquel entonces en el rock pesado. Ambas exposiciones, a la vez que producían angustia, eran portadoras de un sentimiento liberador, como todo aquello que recuerda la condición humana, al emanciparnos de los artificios de una cultura que niega lo que en el fondo somos. Merece consideración especial, para cerrar este capítulo de la plástica, la importante labor desempeñada por la fundación Pintaw Mawa (1987) en pro de los artistas caucanos, tanto de formación académica como autodidactas, a través del Salón Septiembre de Artes Visuales que abrió ese mismo año, y donde se proyectó por primera vez el video-arte Fantasía protagonizado por Carlos Illera. Pintaw Mawa fue un colectivo de artistas y trabajadores sociales integrado por Ramiro Leiton, Nancy Muñoz, José Manuel Valdés, Gloria Díaz, Santiago Hurtado, Patricia Salinas, Oscar Potes, Pedro Salazar, Jafet Gómez, Alfonso Renza, Julián Rivera, Ari Hurtado, entre otros. Su intensa actividad se extendió hasta 1998. Este grupo se caracterizó por el propósito de integrar el arte a los ámbitos social y educativo, propiciando la diversidad de expresiones culturales, y haciendo énfasis, no tanto en la promoción individual de los artistas, como sí en la práctica del arte como medio de comunicación y creación social de valores. Por tal razón se orientó a la docencia, a los talleres, y al desarrollo de metodologías que privilegiaran el uso de materiales no convencionales. Sus aportes quedaron registrados en afiches, revistas, carteles, libros y murales.

Floreció también durante este periodo el arte audiovisual. Y aquí aparece de nuevo en escena, como lo veremos en el tópico literario, el colegio Inem. En el año de 1985 este colegio compró equipos de producción audiovisual con los cuales Gerardo Frey Campo y Nelson Freddy Osorio realizaron sus primeras obras: En carne viva (1985) y Por un mal camino (1985), respectivamente. En el año de 1988, Guillermo Pérez La Rotta y Herinaldy Gómez, profesores de la Universidad del Cauca, iniciaron un taller de capacitación con el auspicio de Cine Arte Nueva Imagen y el Sena, en el que se impartieron cursos de apreciación, guión y realización, bajo la orientación de Lisandro Duque. De este taller resultó la película Crisálida (1990). En el año 1989 Nelson Osorio, Stella Fernández y Carlos Illera fundaron Fundefilms, que produjo: Fantasía (video poema, 1989), Koomsex (1991), Occidente (1991), Ecce Homo (1992) y Marcando Calavera (1999). En estas producciones predominó como tema el entorno social de marginalidad juvenil (drogas, violencia y sexualidad de los adolescentes), resultado del deterioro social posterior al terremoto. En el año 1999 el Fondo Mixto de Cultura del Cauca, a través del apoyo del Ministerio de Cultura inició el Taller de Formación Imaginando nuestra imagen, bajo la dirección de Víctor Gaviria. Luego de este evento surge el grupo Cinestesia, animado por Juan Pablo Bonilla, Víctor Hugo Camayo, Manolo Gómez Mosquera, Alex López, entre otros jóvenes realizadores, quienes produjeron: Luna Criminal (1999), Perdida para un poema (1999), Besaste a Lily (2002), Invitado a cenar (2002), en cuyos temas predominó la intención ficcional. Al igual que ocurría en literatura, estos jóvenes problematizaron los valores y el sentido de la ciudad contemporánea. 

 

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