miércoles, 25 de diciembre de 2013

Condición humana. Mi yo y los otros

Mientras ponía en mis contactos de facebook la frase: "Ahí va mi último "Me gusta" a todos", encontré esta sentencia, de un conocido académico:

 "Yo tampoco estoy lamentando el fallecimiento de Diomedes..."

Tuve que parar lo de "Ahí va mi último "Me gusta" a todos". Fue un frenaso en seco. Me parfeció algo durísimo de la condición humana, sobre el menosprecio al prójimo. Porque de igual modo podría decir" ... yo tampoco estoy celebrando que Tú vivas, sólo por poner un cruel ejemplo... Esa franqueza es tan impiadosa como aquella frase en el libro "los Hermanos Karamazov" de Dostoyevski: "¿Quíen, alguna vez, no ha deseado la muerte del padre, de la madre, o del hermano?" Más doloroso aún, si nos ponemos en el cuero de los parientes del muerto, padre, madre e hijos. La vida que deseo para mí no la puedo negar para otros. Sé que esos "torcidos" sentimientos forman parte de la condición humana, pero no pueden erigirse en valores de nuestra conducta, con mayor razón si alguien no ha hecho daño, y por el contrario, como en el caso de Diomedes Diaz cantó el sentimiento amoroso de un pueblo. Otros casos extremos quizá justifquen tales afirmaciones. Pero mientras no se rompa la ecuación, tanto vale la vida de otro como la mía. Si el fallecimiento me es indiferente mejor callar, por respeto a los otros. Elemental principio de sociabilidad.


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