En esta NAVIDAD me embarga un sentimiento paradójico de EMPATÍA FELIZ
hacia la humanidad, en su diversidad cultural, a la vez que una HONDA
AFLICCIÓN por el sufrimiento de los “condenados de la tierra”, como
nombraba Frantz Fanon a los explotados y abandonados del África, en su
famoso libros con ese título. Hoy lo podemos hacer extensivo a todos los
pobres del mundo (alrededor del 80% de la población mundial).
QUIERO, UNA VEZ MÁS, HALLAR PAZ EN MI INTIMIDAD, con mi familia,
amigos, conocidos y desconocidos, COMO SI FUERA A MORIR MAÑANA, motivado
por el puro afecto, más allá del interés y la banidad. Hacia unos me
mueve el apego viceral de la misma sangre, a los otros el
agradecimiento por el tiempo compartido, las experiencias de vida
recibidas y las palabras oídas y leídas, cargadas de amoroso aliento.
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