En los cuentos
clásicos de los Hermanos Grimm, el Tonto casi siempre es el ganador.
Recuerdo uno, en especial, el de los Tres Hermanos: El Flaco, el Gordo y
el Tonto (?). Después de salir a probar fortuna por el mundo,
de acuerdo con su edad, corren con mala suerte. Sin emgargo, en el
camino de regreso a casa, se encuentran con un señor pequeño y algo
contrahecho. Este extraño personaje les ofrece trabajo en su casa, en
el orden en que van regresando. A cambio no reciben dinero como pago.
Al Flaco (el mayor), le da una "mesa mágica", a la cual vasta decirle
¡Sírvete! para que aparezcan exquisitos alimentos. Resulta que, en la
posada donde se hospeda, antes de llegar a casa, el posadero con engaños
se la cambia por otra. Cuando llega la hora de rinde cuentas al padre,
la mesa no responde al conjuro y es fuetiado por el severo progenitor.
Al Gordo (El segundo hijo), lo premia con un "burro mágico", al que
después de decirle ¡estornuda!, expulsa monedas de oro (fijense en la
anticipación de la ficción... hoy día equivaldría a los cajeros
automáticos). De modo semejante, en la posada se lo truecan por uno
parecido. Al llegar casa, corre la misma suerte de su hermano. Cuando le
corresponde el turno al Tonto, el señor extraño le regala un "bastón
mágico" para que lo proteja. Al decirle ¡Pega! el bastón castiga al que
sea. Así que, el tonto recupera la mesa mágica, el burro mágico y llega a
la casa con los tres trofeos, garantía de una vida feliz. Falta en el
cuento el "amor de la princesa"...
martes, 24 de diciembre de 2013
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