miércoles, 19 de diciembre de 2012

Archivo recuperado. 7 de noviembre de 2012

 Itinerario y frustración de una sede.
 Desde antes de la elección presidencial, en Popayán, se presentaron celos de liderazgo y oportunismo político. La Dirección Nacional del Partido cometió el error de no respaldar hasta el final y después de las elecciones a la sede Macondo que había aglutinado, a la víspera de las elecciones, el trabajo político. 
Primero optó por apoyar a Fabio Arévalo en la intención de abrir una sede más grande. Posteriormente, ante los conflictos surgidos allá, entregó la dirección a Compromiso Ciudadano, en cabeza del matemático Carlos Trujillo, dizque porque era matemático y había sido compañero de estudios de Mockus, pasando por alto el hecho de que ese grupo político carecía de fuerza electoral en Popayán y el Cauca (el guarismo obtenido por Fajardo para consulta presidencial fue de 1200 votos en todo el departamento). 

Además, fuimos objeto de desorientación telefónica, por ejemplo de aquella burlona mujer, quien dijo llamar desde la “oficina del Dr. Muñón, de la Dirección Nacional del Partido”, haciendo afirmaciones que nos pusieron en contradicción; en las cuales caímos por buena fe. También la supuesta entrevista de Semana y otros chismes que generaban discordia entre nuestros compañeros de activismo.
La sede Macondo recibió cerca de 15000 visitantes de la geografía caucana, organizó una base de datos con más de 6000 simpatisantes, gestionó los Testigos Electorales, el Gerente del Día Electoral y el Abogado Electoral e Interactuó permanentemente con la Dirección Nacional. Sin embargo, a partir de la nueva subgerencia nos olvidaron del todo. Por ello, una vez perdidas las elecciones, asumimos un rol crítico, desde lo propositivo hasta nuestro retiro final con un adiós al Partido. 

Nuestros escritos muestran los defectos estructurales del Partido que lo incapacitan para ejercer una misión política relevante en el presente y el futuro de nuestro país. Esos análisis fueron premonitorios, cumpliéndose casi a cabalidad. La  renuncia de Mockus y el ingreso del Partido Verde a la Unidad Nacional, constataron la verdadera orientación del Partido, como EMPRESA ELECTORAL Y BUROCRÁTICA. Los títulos de nuestros artículos así lo indican (Una oportunidad perdida. El partido verde regresa a sus minorías –Diatriba contra la cúpula del partido verde, el año de la langosta. -El partido verde sin ola verde - El partido verde, de populoso río a riachuelo - El movimiento verde perdido en la farándula de los famosos - El partido verde lejos de llegar a constituirse en un partido nacional - Derrota electoral, moral y política del partido verde - El partido verde: un asunto de estrellas y farsa nacional, etc.

Es importante conocer el meollo de este asunto, para evitar manipulaciones  con falsas expectativas de los nuevos empresarios políticos bogotanos. A continuación transcribo uno de esos artículos que podría servir de síntesis.

EL PARTIDO VERDE. UN ASUNTO DE ESTRELLAS Y FARSA NACIONAL 

(Este artículo fue escrito mucho antes de la salida de Antanas Mockus del Partido Verde y del ingreso de éste a la Unidad Nacional del gobierno de Santos. Archivo de mi blog PARTIDO VERDE COLOMBIA:CRITICA-abril 21 de 2011)

Parte I. un proceso fallido desde la médula 

El Partido Verde Opción Centro nace en Colombia el año 2007 en la mente de uno o varios “emprendedores” (palabra usada con toda la carga de sentido en el campo empresarial). Se diría que fue una idea “brillante” la de anclarse en algo ya hecho en países europeos u occidentales como gustan llamar nuestros intelectuales, de donde llegaron la conquista, la religión, el idioma, la revolución, y todas las modas intelectuales que han alimentado nuestra condición colonial y postcolonial. Era sensato en términos de cálculo político y con la emergencia a primer plano del tema ecológico, proponer la fundación de un Partido Verde, como estrategia para aglutinar las fracciones que quedaron por fuera de la contienda política, después de la reforma electoral que incrementó el umbral electoral. Fue una solución fácil y oportuna para unir esos variados grupos políticos, situados al margen de la izquierda desgastada y de los partidos políticos sin credibilidad. Sin embargo, ese nuevo cuerpo político llamado Partido Verde Opción Centro, por motivos que merecen un análisis más a fondo, en relación con valores europeos contrapuestos a nuestra idiosincrasia nacional, jamás superó su condición de agregado, convirtiéndose en empresa política electoral, más que en auténtico partido político, empresa que sobrevivió gracias a la estrategia de dar avales, a cuantos lo solicitasen. El aval indiscriminado ha traído nuevos vicios a la política nacional, como la negociación o acuerdos, con la consiguiente pérdida de identidad ideológica que debilita hasta casi borrar toda oposición. Esta estrategia le ha posibilitado al Partido Verde Opción Centro la permanencia en el tiempo, conservando su personería jurídica y consiguiendo, de modo indirecto, algunos escaños en cuerpos colegiados, en elecciones no determinadas, precisamente, por el vigor del partido, sino por fuerzas distintas detrás de cada candidato. Es así como alrededor del 80% de los representantes del Partido Verde Opción Centro en corporaciones proceden de diversas vertientes políticas, sociales y religiosas, que le deben al partido sólo la insignia. Lo cual ha hecho del Partido Verde algo amorfo y, a veces, contradictorio; por ej., la elección de un concejal cristiano, cuando los cristianos votaron contra Mockus, o la elección de un diputado liberal con credenciales verdes, que pierde durante la elección presidencial en su pequeño patio. Aceptando como natural, en su estado provisional, esta condición del partido, se esperaba, después de las elecciones presidenciales y a luz de la exitosa votación representada por el fenómeno de la OLA VERDE, una restructuración y ampliación de los cuadros, cubriendo todas las regiones del país. Sin embargo, esto nunca ocurrió. Por el contrario, su visión se estrechó. La escasa comunicación, de orden operativo durante la campaña presidencial, se rompió por completo después de las elecciones. Las sedes espontáneas creadas en toda la geografía nacional quedaron abandonas, sin una voz de aliento y respaldo para continuar afianzando al partido en las regiones. En cambio, y equivocadamente, redujeron, desde tiempos de la campaña, la coordinación a unos pocos sitios con criterios arbitrarios y señalamientos a dedo, desconociendo la vitalidad del proceso. A la postre, los beneficiados fueron el ya débil Compromiso Ciudadano y los concejales y diputados de Opción Centro, quienes han manipulado el movimiento en favor de sus intereses releccionistas. Dicho de otro modo: desde la dirección nacional, en connivencia con concejales y diputados, representantes de la vieja estructura amorfa del partido, sin identidad doctrinaria y sin obra política en la función pública, dejaron por fuera a la ola verde. Muchas de esas sedes, de más de cinco meses de trabajo, arduo y continuo, de fuerte liderazgo interdisciplinario, con un trabajo organizado y registrado en planillas y bases de datos, que interactuaron, vía email o Facebook, con sus seguidores, que recibieron en sus sedes a miles de visitantes, que participaron en reuniones y visitaron barrios y municipios, divulgando pedagógicamente los principios del partido, estas sedes ni siquiera recibieron el agradecimiento, mucho menos instrucciones para direccionar el partido, como si nuestra labor fuera prescindible para la cúpula dirigente; ya que con ella o sin ella se sentían ganadores. Sin embargo, aun perdiendo las elecciones ellos ganaron, porque sus arcas debieron quedar llenas, al no retribuir económicamente a las regiones, que trabajaron con plata de su bolsillo. Este comportamiento me recuerda el epígrafe de una revista: “Se necesitaban trabajadores y llegaron personas”.

Parte II. Mercenarismo Político

El hecho de que el Partido Verde fuera, hasta época reciente, una empresa política de administrar avales, de modo indiscriminado, lo convirtió en una organización mercenaria, por las siguientes razones:

1.- Cuando un candidato que no pertenece al partido por convicción recibe el aval no adquiere, per se, un compromiso a fondo con la respectiva organización política. Esta característica propia del Partido Verde ha sido responsable de la ausencia de obra política en la reciente historia nacional y regional del país. Sus representantes se han limitado al rol burocrático en su función pública, sin diferenciarse, en sus conductas, de los vicios tradicionales.

2.- En la fundación del Partido Verde se encuentra la impronta del M-19, movimiento insurgente caracterizado por sus grandes golpes de opinión, hasta el punto de haber perdido la cabeza en el asalto al Palacio de Justicia. Esta forma de hacer política se ha preservado en el Partido Verde con la diferencia, esta vez, de que los golpes de opinión pasaron del plano guerrerista al plano de la farándula política, mediante el uso sagaz de los medios de comunicación y recurriendo a personajes con ciertos valores y aureola política. En esta dirección, su gran hazaña fue haber logrado contratar a los tres ex-alcaldes de Bogotá (Mockus, Peñaloza y Garzón), y, posteriormente, al de Medellín (Fajardo); cuatro candidatos de trayectoria exitosa, ampliamente rankeados en el campo social, cultural y político. Propósito éste que el Partido Verde Opción Centro aprobó en el Congreso Nacional de 2008: “Asumir el desafío de pasar de minoría política a convertirnos en una opción de poder real para los colombianos convocando para este fin a los líderes independientes y del centro político más destacados en el escenario político Nacional, tales como SERGIO FAJARDO, LUCHO GARZON, ANTANAS MOCKUS, ENRIQUE PEÑALOSA, MARTA LUCIA RAMIREZ entre otros”. Fin alcanzado después de varios meses de diálogos, al recibir el beneplácito de los ex alcaldes ANTANAS MOCKUS, LUCHO GARZON y ENRIQUE PEÑALOSA, con quienes conformaron lo que en adelante se denominaría el PARTIDO VERDE, conquista formalizada en el Congreso extraordinario del 2 de octubre 2009. Con estas adquisiciones se parodió en política lo que en fútbol hicieron el Real Madrid y el Barcelona, al fichar jugadores de primera categoría del balón pie mundial. La idea fue, sin duda, magistral, pero no suficiente para conseguir el éxito a cabalidad. Mientras un equipo de fútbol es reducido en número, la agremiación política es ilimitada en sus interacciones. Si estas interrelaciones de vasos comunicantes fracasan la organización política se derrumba, fenómeno aplicado al Partido Verde, el cual no pudo hacer tránsito de empresa electoral a partido político en sentido cabal. Después de las elecciones presidenciales el pseudo partido no respondió a las expectativas de los tres y medio millones de votantes, que esperábamos la restructuración y ampliación de los cuadros políticos en el concierto nacional y regional. Tanto así, que aún sigue imperando (en sentido literal) la vieja estructura de Opción Centro, estrecha de mente como de acción, carente de obra política, como de escaso protagonismo en las elecciones pasadas, cuyo peso recayó en las nuevas fuerzas independientes que adhirieron. Aquella estructura con sus socios representantes en los cuerpos colegiados ahora pretende canalizar la fuerza de la ola verde hacia sus propios intereses.

Parte III. Descalabro Político

Hacer depender el rumbo del partido de algunas figuras de renombre con menosprecio de las estructuras regionales es un error grave. Parte del desencanto actual de la Ola Verde se debe al comportamiento de nuestro candidato Antanas Mockus quien, al parecer, obró por cuenta propia, sin asesores que controlaran su libreto. Por ese camino se expuso a todos los riegos posibles, en un país donde los comunicadores abusan de la opinión pública y toman partido. De este modo, el partido verde padeció la suerte del ascenso y caída de su ícono. Este sería el primer descrédito del partido ante la opinión pública.

El segundo descrédito vino por cuenta de Sergio Fajardo, al negociar su ingreso al Partido Verde, por más de 27.000 dólares (según el Concejo Electoral, y la página web Silla Vacía, divulgado, además, por el canal CM&), para ser compañero vicepresidencial de Mockus, actitud reprochable desde todo punto de vista, en un ciudadano y político de estilo, ex-alcalde de Medellín, conferencista internacional, doctor en matemáticas y, por supuesto, estrato ocho. De este modo contradecía el slogan aplicado, al parecer, sólo a la base: “Yo vine porque quise no porque me pagaron”, síntoma de que algo similar ocurría en la cúpula del partido. Algo “normal”, si tenemos en cuenta que ninguna estrella del Real Madrid o del Barcelona juega gratis.

La tercera equivocación la cometió Lucho Garzón, siendo director del partido, al no convocar, ampliamente, a la Ola Verde o al Movimiento Verde para restructurar y fortalecer los cuadros políticos con una perspectiva nacional, enganchado a todas las sedes que impulsaron la campaña de Mockus. En cambio, se reunió, como todo político tradicional de oficio, con los representantes electos del partido, quienes lo atrajeron a su propio patio, los concejos y las asambleas, con lista de invitados de su entera confianza, para quedarse con la vocería del partido y propiciar su elección o relección, tal como ocurrió en Popayán. Este errado manejo de Garzón terminó de liquidar los procesos regionales de la Ola Verde.
Finalmente, queda la cuarta carta política representada por Enrique Peñaloza, actual candidato a la alcaldía de Bogotá, muy polemizado por sus guiños con el uribismo, principal opositor del Partido Verde durante la campaña presidencial, grupo político que se ha empecinado en acercarse a dicho candidato para ofrecerle apoyo a cambio de ciertos compromisos (¿Cuáles?)

CONCLUSIÓN 

El Partido Verde se enredó en sus inconsistencias de fondo. Creció y se desvaneció como nieve. Pasará a la historia por su brillo ocasional, como tantos otros movimientos que le precedieron, cuyos dirigentes se entregaron al mejor postor. El Partido Verde no supo administrar los tres y medio millones de votos de electores inteligentes, que fueron tratados como simple masa electoral, ignorando que formaban parte de lo mejor de la nación colombiana. Su rótulo continuará existiendo, pero sin la Ola Verde, tan sólo como razón social de una empresa electoral que tendrá que recurrir, una vez más, al aporte mercenario para conservar su personería jurídica en el escenario político.

Omar Lasso Echavarría
Gestor de la principal sede del Partido Verde de Popayán y el Cauca

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