Archivo recuperado. 7 de noviembre de 2012
Itinerario y frustración de una sede.
Desde antes de la elección presidencial, en
Popayán, se presentaron celos de liderazgo y oportunismo político. La
Dirección Nacional del Partido cometió el error de no respaldar hasta
el final y después de las elecciones a la sede Macondo que había
aglutinado, a la víspera de las elecciones, el trabajo político.
Primero optó por apoyar a Fabio Arévalo en la intención de abrir una
sede más grande. Posteriormente, ante los conflictos surgidos allá,
entregó la dirección a Compromiso Ciudadano, en cabeza del matemático
Carlos Trujillo, dizque porque era matemático y había sido compañero de
estudios de Mockus, pasando por alto el hecho de que ese grupo
político carecía de fuerza electoral en Popayán y el Cauca (el guarismo
obtenido por Fajardo para consulta presidencial fue de 1200 votos en
todo el departamento).
Además, fuimos objeto de desorientación telefónica, por ejemplo de
aquella burlona mujer, quien dijo llamar desde la “oficina del Dr.
Muñón, de la Dirección Nacional del Partido”, haciendo afirmaciones que
nos pusieron en contradicción; en las cuales caímos por buena fe.
También la supuesta entrevista de Semana y otros chismes que generaban
discordia entre nuestros compañeros de activismo.
La sede Macondo recibió cerca de 15000 visitantes de la geografía
caucana, organizó una base de datos con más de 6000 simpatisantes,
gestionó los Testigos Electorales, el Gerente del Día Electoral y el
Abogado Electoral e Interactuó permanentemente con la Dirección
Nacional. Sin embargo, a partir de la nueva subgerencia nos olvidaron
del todo. Por ello, una vez perdidas las elecciones, asumimos un rol
crítico, desde lo propositivo hasta nuestro retiro final con un adiós
al Partido.
Nuestros escritos muestran los defectos estructurales del Partido
que lo incapacitan para ejercer una misión política relevante en el
presente y el futuro de nuestro país. Esos análisis fueron
premonitorios, cumpliéndose casi a cabalidad. La renuncia de Mockus y
el ingreso del Partido Verde a la Unidad Nacional, constataron la
verdadera orientación del Partido, como EMPRESA ELECTORAL Y BUROCRÁTICA.
Los títulos de nuestros artículos así lo indican (Una
oportunidad perdida. El partido verde regresa a sus minorías –Diatriba
contra la cúpula del partido verde, el año de la langosta. -El partido
verde sin ola verde - El partido verde, de populoso río a riachuelo -
El movimiento verde perdido en la farándula de los famosos - El
partido verde lejos de llegar a constituirse en un partido nacional -
Derrota electoral, moral y política del partido verde - El partido
verde: un asunto de estrellas y farsa nacional, etc.
Es importante conocer el meollo de este asunto, para evitar
manipulaciones con falsas expectativas de los nuevos empresarios
políticos bogotanos. A continuación transcribo uno de esos artículos
que podría servir de síntesis.
EL PARTIDO VERDE. UN ASUNTO DE ESTRELLAS Y FARSA NACIONAL
(Este artículo fue escrito mucho antes de la salida de Antanas
Mockus del Partido Verde y del ingreso de éste a la Unidad Nacional del
gobierno de Santos. Archivo de mi blog PARTIDO VERDE
COLOMBIA:CRITICA-abril 21 de 2011)
Parte I. un proceso fallido desde la médula
El Partido Verde Opción Centro nace en Colombia el año 2007 en la
mente de uno o varios “emprendedores” (palabra usada con toda la carga
de sentido en el campo empresarial). Se diría que fue una idea
“brillante” la de anclarse en algo ya hecho en países europeos u
occidentales como gustan llamar nuestros intelectuales, de donde
llegaron la conquista, la religión, el idioma, la revolución, y todas
las modas intelectuales que han alimentado nuestra condición colonial y
postcolonial. Era sensato en términos de cálculo político y con la
emergencia a primer plano del tema ecológico, proponer la fundación de
un Partido Verde, como estrategia para aglutinar las fracciones
que quedaron por fuera de la contienda política, después de la
reforma electoral que incrementó el umbral electoral. Fue una solución
fácil y oportuna para unir esos variados grupos políticos, situados
al margen de la izquierda desgastada y de los partidos políticos sin
credibilidad. Sin embargo, ese nuevo cuerpo político llamado
Partido Verde Opción Centro, por motivos que merecen un análisis más a
fondo, en relación con valores europeos contrapuestos a nuestra
idiosincrasia nacional, jamás superó su condición de agregado,
convirtiéndose en empresa política electoral, más que en auténtico
partido político, empresa que sobrevivió gracias a la estrategia de dar
avales, a cuantos lo solicitasen. El aval indiscriminado ha traído
nuevos vicios a la política nacional, como la negociación o acuerdos,
con la consiguiente pérdida de identidad ideológica que debilita hasta
casi borrar toda oposición. Esta estrategia le ha
posibilitado al Partido Verde Opción Centro la permanencia en el
tiempo, conservando su personería jurídica y consiguiendo, de modo
indirecto, algunos escaños en cuerpos colegiados, en elecciones no
determinadas, precisamente, por el vigor del partido, sino por fuerzas
distintas detrás de cada candidato. Es así como alrededor del
80% de los representantes del Partido Verde Opción Centro en
corporaciones proceden de diversas vertientes políticas, sociales y
religiosas, que le deben al partido sólo la insignia. Lo cual
ha hecho del Partido Verde algo amorfo y, a veces, contradictorio; por
ej., la elección de un concejal cristiano, cuando los cristianos
votaron contra Mockus, o la elección de un diputado liberal con
credenciales verdes, que pierde durante la elección presidencial en su
pequeño patio. Aceptando como natural, en su estado provisional, esta
condición del partido, se esperaba, después de las elecciones
presidenciales y a luz de la exitosa votación representada por el
fenómeno de la OLA VERDE, una restructuración y ampliación de los
cuadros, cubriendo todas las regiones del país. Sin embargo, esto
nunca ocurrió. Por el contrario, su visión se estrechó. La escasa
comunicación, de orden operativo durante la campaña presidencial, se
rompió por completo después de las elecciones. Las sedes espontáneas
creadas en toda la geografía nacional quedaron abandonas, sin una voz
de aliento y respaldo para continuar afianzando al partido en las
regiones. En cambio, y equivocadamente, redujeron, desde tiempos de la
campaña, la coordinación a unos pocos sitios con criterios
arbitrarios y señalamientos a dedo, desconociendo la vitalidad del
proceso. A la postre, los beneficiados fueron el ya débil Compromiso
Ciudadano y los concejales y diputados de Opción Centro, quienes han
manipulado el movimiento en favor de sus intereses releccionistas. Dicho
de otro modo: desde la dirección nacional, en connivencia con
concejales y diputados, representantes de la vieja estructura amorfa
del partido, sin identidad doctrinaria y sin obra política en la
función pública, dejaron por fuera a la ola verde. Muchas de
esas sedes, de más de cinco meses de trabajo, arduo y continuo, de
fuerte liderazgo interdisciplinario, con un trabajo organizado y
registrado en planillas y bases de datos, que interactuaron, vía email
o Facebook, con sus seguidores, que recibieron en sus sedes a miles
de visitantes, que participaron en reuniones y visitaron barrios y
municipios, divulgando pedagógicamente los principios del partido,
estas sedes ni siquiera recibieron el agradecimiento, mucho menos
instrucciones para direccionar el partido, como si nuestra labor fuera
prescindible para la cúpula dirigente; ya que con ella o sin ella se
sentían ganadores. Sin embargo, aun perdiendo las elecciones ellos
ganaron, porque sus arcas debieron quedar llenas, al no retribuir
económicamente a las regiones, que trabajaron con plata de su
bolsillo. Este comportamiento me recuerda el epígrafe de una revista: “Se necesitaban trabajadores y llegaron personas”.
Parte II. Mercenarismo Político
El hecho de que el Partido Verde fuera, hasta época reciente, una
empresa política de administrar avales, de modo indiscriminado, lo
convirtió en una organización mercenaria, por las siguientes razones:
1.- Cuando un candidato que no pertenece al partido por convicción
recibe el aval no adquiere, per se, un compromiso a fondo con la
respectiva organización política. Esta característica propia del
Partido Verde ha sido responsable de la ausencia de obra política en la
reciente historia nacional y regional del país. Sus representantes se
han limitado al rol burocrático en su función pública, sin
diferenciarse, en sus conductas, de los vicios tradicionales.
2.- En la fundación del Partido Verde se encuentra la impronta del
M-19, movimiento insurgente caracterizado por sus grandes golpes de
opinión, hasta el punto de haber perdido la cabeza en el asalto al
Palacio de Justicia. Esta forma de hacer política se ha preservado en el
Partido Verde con la diferencia, esta vez, de que los golpes de
opinión pasaron del plano guerrerista al plano de la farándula
política, mediante el uso sagaz de los medios de comunicación y
recurriendo a personajes con ciertos valores y aureola política. En
esta dirección, su gran hazaña fue haber logrado contratar a los tres
ex-alcaldes de Bogotá (Mockus, Peñaloza y Garzón), y, posteriormente,
al de Medellín (Fajardo); cuatro candidatos de trayectoria exitosa,
ampliamente rankeados en el campo social, cultural y político.
Propósito éste que el Partido Verde Opción Centro aprobó en el Congreso
Nacional de 2008: “Asumir el desafío de pasar de minoría política a
convertirnos en una opción de poder real para los colombianos
convocando para este fin a los líderes independientes y del centro
político más destacados en el escenario político Nacional, tales como
SERGIO FAJARDO, LUCHO GARZON, ANTANAS MOCKUS, ENRIQUE PEÑALOSA, MARTA
LUCIA RAMIREZ entre otros”. Fin alcanzado después de varios meses de
diálogos, al recibir el beneplácito de los ex alcaldes ANTANAS MOCKUS,
LUCHO GARZON y ENRIQUE PEÑALOSA, con quienes conformaron lo que en
adelante se denominaría el PARTIDO VERDE, conquista formalizada en el
Congreso extraordinario del 2 de octubre 2009. Con estas
adquisiciones se parodió en política lo que en fútbol hicieron el Real
Madrid y el Barcelona, al fichar jugadores de primera categoría del
balón pie mundial. La idea fue, sin duda, magistral, pero no
suficiente para conseguir el éxito a cabalidad. Mientras un equipo de
fútbol es reducido en número, la agremiación política es ilimitada en
sus interacciones. Si estas interrelaciones de vasos
comunicantes fracasan la organización política se derrumba, fenómeno
aplicado al Partido Verde, el cual no pudo hacer tránsito de empresa
electoral a partido político en sentido cabal. Después de las
elecciones presidenciales el pseudo partido no respondió a las
expectativas de los tres y medio millones de votantes, que esperábamos
la restructuración y ampliación de los cuadros políticos en el
concierto nacional y regional. Tanto así, que aún sigue imperando (en
sentido literal) la vieja estructura de Opción Centro, estrecha de
mente como de acción, carente de obra política, como de escaso
protagonismo en las elecciones pasadas, cuyo peso recayó en las nuevas
fuerzas independientes que adhirieron. Aquella estructura con sus
socios representantes en los cuerpos colegiados ahora pretende
canalizar la fuerza de la ola verde hacia sus propios intereses.
Parte III. Descalabro Político
Hacer depender el rumbo del partido de algunas figuras de renombre
con menosprecio de las estructuras regionales es un error grave. Parte
del desencanto actual de la Ola Verde se debe al comportamiento de
nuestro candidato Antanas Mockus quien, al parecer, obró por cuenta
propia, sin asesores que controlaran su libreto. Por ese camino se
expuso a todos los riegos posibles, en un país donde los comunicadores
abusan de la opinión pública y toman partido. De este modo, el partido verde padeció la suerte del ascenso y caída de su ícono. Este sería el primer descrédito del partido ante la opinión pública.
El segundo descrédito vino por cuenta de Sergio Fajardo, al negociar
su ingreso al Partido Verde, por más de 27.000 dólares (según el
Concejo Electoral, y la página web Silla Vacía, divulgado, además, por
el canal CM&), para ser compañero vicepresidencial de Mockus,
actitud reprochable desde todo punto de vista, en un ciudadano y
político de estilo, ex-alcalde de Medellín, conferencista internacional,
doctor en matemáticas y, por supuesto, estrato ocho. De este
modo contradecía el slogan aplicado, al parecer, sólo a la base: “Yo
vine porque quise no porque me pagaron”, síntoma de que algo similar
ocurría en la cúpula del partido. Algo “normal”, si tenemos en cuenta
que ninguna estrella del Real Madrid o del Barcelona juega gratis.
La tercera equivocación la cometió Lucho Garzón, siendo director del
partido, al no convocar, ampliamente, a la Ola Verde o al Movimiento
Verde para restructurar y fortalecer los cuadros políticos con una
perspectiva nacional, enganchado a todas las sedes que impulsaron la
campaña de Mockus. En cambio, se reunió, como todo político tradicional
de oficio, con los representantes electos del partido, quienes lo
atrajeron a su propio patio, los concejos y las asambleas, con lista de
invitados de su entera confianza, para quedarse con la vocería del
partido y propiciar su elección o relección, tal como ocurrió en
Popayán. Este errado manejo de Garzón terminó de liquidar los procesos
regionales de la Ola Verde.
Finalmente, queda la cuarta carta política representada por Enrique
Peñaloza, actual candidato a la alcaldía de Bogotá, muy polemizado por
sus guiños con el uribismo, principal opositor del Partido Verde
durante la campaña presidencial, grupo político que se ha empecinado en
acercarse a dicho candidato para ofrecerle apoyo a cambio de ciertos
compromisos (¿Cuáles?)
CONCLUSIÓN
El Partido Verde se enredó en sus inconsistencias de fondo. Creció y
se desvaneció como nieve. Pasará a la historia por su brillo
ocasional, como tantos otros movimientos que le precedieron, cuyos
dirigentes se entregaron al mejor postor. El Partido Verde no supo
administrar los tres y medio millones de votos de electores
inteligentes, que fueron tratados como simple masa electoral, ignorando
que formaban parte de lo mejor de la nación colombiana. Su rótulo
continuará existiendo, pero sin la Ola Verde, tan sólo como razón social
de una empresa electoral que tendrá que recurrir, una vez más, al
aporte mercenario para conservar su personería jurídica en el escenario
político.
Omar Lasso Echavarría
Gestor de la principal sede del Partido Verde de Popayán y el Cauca
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