Su
artículo: "Cuando el poema asfixia y se niega a si mismo" es una gran
pieza de amor y humanidad, belleza y sabiduría. Magnífica síntesis del
alma profunda de Popayán. Invito a "Patojos" y "foráneos" (odiosa
distinción en Popayán, removida con sevicia en reciente e infortunada
columna periodística) a leerla en estos tiempos urgidos de
reconciliación (otro tema de una de mis
notas). Sus palabras me regresaron el alma arrancada del cuerpo. Por
ello celebré con alborozo su lectura, después de sentirme desterrado,
sin acogerme a ningún gheto, de los que siempre he huido, porque uno se
pertenece al lugar donde vive, sin reservas, que ocasionen fracturas de
identidad a los propios hijos. En este regreso del alma extraviada
vuelvo a sentir con más brío la "patojidad", su arquitectura antigua, el
lugar sagrado de sus templos, el esplendor y recogimiento de su Semana
Santa, sus personajes casi centenarios como Don Jaime Vejarano Varona,
Carlitos Tovar, el auténtico Conde, de Figueroa y tantos otros amigos
como Rodrigo Valencia, Míster Simmonds y amigas también como Luz María
Vernaza, Stellita Jiménez, etc. Sin olvidar las inolvidables tertulias
de Macondo, de extraordinaria diversidad en temas y personas,
bienvenidas siempre, acogidas por el verbo universal. El mundo no se
estrecha aquí, porque somos en esta época ciudadanos del mundo, diverso y
pluricultural, donde el fundamentalismo es un atentado a la existencia
humana. Muchos son los caminos para llegar a la Roma del Papa Francisco o
a la Meca del Islam o la India de Buda. Sin duda, el mismo Dios acoje
esta diversidad en busca de sus designios, de la sabiduría, la paz del
espíritu y el bien común, nunca estático, avanzando en pos de nuevas
conquistas para mejorar la existencia humana, individual y social. ESTO
ES HUMANIDAD. LO DEMÁS SON ABSTRACCIONES INTELECTUALES QUE NOS VACÍAN
MUCHAS VECES DE LA CONDICIÓN EXISTENCIAL-SENSITIVA.
jueves, 31 de octubre de 2013
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