domingo, 3 de agosto de 2014



(Nota editada)
Popayán, Colombia, Globalización. EL MUNDO ES EL ENTORNO EN QUE VIVES.
Si destruyen tu cosmos primario, han destruido las raíces de tu vida. Es la tragedia del mundo de hoy, con la migración, el desplazamiento y el caos de las ciudades. La mayor parte de la gente tiene pocas posibilidades económicas de reinstalarse. O toca irse, correr el riesgo o resistir. Son situaciones que se repiten actualmente, tanto en lo microsocial, el de un sujeto cualquiera o una familia, y en lo macrosocial, tratándose de grupos y comunidades, arrancadas de sus ancestros; algo común en nuestros países subdesarrollados, peor aún si hay violencia fratricida.

El mundo fue un Cosmos, apenas alterado en el tiempo por conquistas, que intentaron sustituir un cosmos por otro. En nuestra época, la Globalización económica está destruyendo los cosmos regionales, basados en una cierta autarquía que les permitía independencia y sentido de pertenencia. La Posmodernidad, como filosofía de la Globalización, a pesar de sus discursos culturalistas, ha relativizado y mercantilizado las culturas, las cuales ya no son “cosmos” vitales, sino, simple oferta cultural.

Por ese deterioro del entorno vital, motivo de desarraigos, sin duda hay más odio y resentimiento en nuestras sociedades, donde importa poco LA CONVIVENCIA, en medio del desenfreno de la COMPETENCIA, LA INESTABILIDADAD O EL REBUSQUE TERCERMUNDISTA. NUESTRO PAÍS COLOMBIA Y NUESTRA CIUDAD POPAYÁN SON EJEMPLOS NOTABLES . Como Nación no sobreviviríamos sin la intervención de nuestras poderosísimas Fuerzas Armadas de un Estado predominantemente policivo, que no atiende a prevenciones sino a consecuencias criminales.

La vida ya no se regula por Símbolos, construidos tradicionalmente, sino por el complejo, abstruso, y muchas veces contradictorio Derecho y las Fuerzas de Policía. En tales circunstancias, los vínculos principales que nos unen o son de orden económico o los estrictos del Deber Jurídico. Casi no existen otras instancias, porque poco importan las Representaciones Simbólicas Colectivas de la Cultura, excepto las populares y carnavalescas de orden masivo, propicias a las Democracias Electoreras.

POPAYÁN merece un detenido análisis. Aquí, un terremoto destruyó la ciudad en 1983. A la mayor parte de sus moradores les resultó más cómodo y útil abandonar la ciudad destruida ( porque Popayán no era una ciudad productiva o industrial, sino un enclave colonial, residencial, cultural y burocrático), que se repobló con nuevas gentes. Para quienes quedamos la situación se complicó, por el DESPLAZAMIENTO en el departamento del Cauca, de proporciones gigantescas (cerca de 200.000 migrantes (?). De tal modo que aún padecemos el EXTRAÑAMIENTO. Por cierto, Popayán siempre fue una ciudad celosa de su composición social, como conjunto de familias unidas y cerradas en su cosmovisión social, política y cultural, de ancestros ibéricos, recreados continuamente a través de la memoria genealógica; la aceptación social no siempre fue fácil. En esta unidad geográfica del Cauca y Popayán, históricamente ha habido un escalonamiento de odios, desde los de orden caudillista (Obando contra Mosquera), hacendados contras indígenas (memorable es lo de Quintín Lame, traído amarrado a Popayán, en época de la presidencia de Guillermo León Valencia); más tarde, el odio contra los FORANEOS (sus mismos hermanos del Cauca, segregados por la hidalguía criolla, y ahora desplazados por la violencia, el abandono gubernamental y la misera), culpados del deterioro actual de Popayán. Hoy vivimos en medio de todas estas contradicciones, fuerzas negativas subterráneas que obstaculizan la convivencia y el progreso. Por supuesto que las recientes administraciones de Popayán no han pensado en este problema de sicología social; se desconocen campañas educativas de FORMACIÓN CIUDADANA. En su míope criterio ha primado la economía del rebusque y la represión. Nos han impuesto este modelo, procedente, quizá de su experiencia personal y popular, sin la debida dimensión del Estadista. Por ello la normatividad pública en Popayán es letra muerta. Consejo y Alcaldía son apenas comunidades de empleo. NO IMPORTAN NI EL P.OT. (Plan de Ordenamiento Territorial), ni el PEMP (Plan Especial de Protección y Manejo del Sector Histórico), tampoco se atienden, sustancialmente, las peticiones públicas con base en la ley. LO QUE NOS LLEVA A CONCLUIR QUE LO PÚBLICO EN POPAYÁN ES MOTIVO DE DESEPERACIÓN, POR CUANTO SUS BENEFICIOS NO NOS ALCANZAN.

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