En el pasado había comunicación selectiva, un asunto de
elitismo; hoy es restringida por extrañeza o desconfianza (no conocemos
campañas de educación ciudadana con propósitos de reconociliación y
reconocimiento). Tuve vecinos a quienes en la vida les conocí un
saludo. Una chica, y es apenas un ejemplo, pasaba cuatro veces al día
por mi negocio Macondo Libros y Tertulia; se fue a España; a su regreso, en plena crisis, la vi en
Madeira. Licé (dueña del Café), le preguntó en mi presencia, ¿se
conocen? ¡Claro! dijo, el de Macondo. Tuve ganas de decirle: en diez
años no cruzamos una palabra.
miércoles, 20 de agosto de 2014
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
0 comentarios:
Publicar un comentario