Es común en las conversaciones cotidianas presumir de sabios, críticos
públicos y jueces severos. Vale la pena preguntarse: ¿Realmente lo
haríamos mejor, tendríamos éxito y nos comportaríamos de acuerdo con
los valores éticos que pregonamos? Difícil cuestión, tratándose de una
sociedad y un sistema político complejos, en los que predominan la
ignorancia, la ineficiencia, los malos hábitos, los intereses
particulares, las presiones, los enredos administrativos y otras malas
costumbres. OLVIDAMOS ÉSTO CUANDO ELEGIMOS, GUIÁNDONOS POR APARIENCIAS Y
PROMESAS QUE NO SE SUSTENTAN, CON BASE EN EL CÓMO, EL CON QUÉ Y EL
CUÁNDO.
viernes, 5 de septiembre de 2014
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