martes, 25 de febrero de 2014

Pensamiento crítico. El dedo en la llaga de nuestras ideologías

Estos tiempos son propicios para remover debates políticos y sociales, a la luz de experiencias nacionales e internacionales, tanto del pasado remoto como reciente, cuando tiende a imponerse un cierto pragmatismo, con el consecuente pluralismo, sobre tendencias fundamentalistas; pragmatismo que, desde hace algunos siglos, determinó el éxito del bloque anglosajón (Inglaterra y Estados Unidos), corazón del capitalismo.

Los siguientes temas merecen atención y respuestas:

1.- ¿Existe algún país católico que sea rico? España no lo es, Italia tampoco; sólo el Vaticano, pero por acumulación histórica, de clara naturaleza rentista y especuladora.
2.- En cambio, ¿qué países de tradición protestante son pobres? Casi ninguno. Inglaterra, Estados Unidos, Alemania, Holanda, etc. son potencias.

3.- Respecto a lo político, ¿Qué países de izquierda han alcanzado un desarrollo económico, científico y de bienestar integral significativo, tanto en el pasado como en el presente? Conocemos el descalabro de la URSS (Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas), las atrocidades de la Revolución Cultural China y su evolución a dictadura capitalista en la actualidad; nadie puede negar el subdesarrollo cubano, argentino, nicaragüense y venezolano. También somos testigos en Colombia de las confrontaciones negativas para el conglomerado general de la Administración Petro, bien intencionada, pero equivocada en sus medios.

Por lo expuesto, de acuerdo con los hechos, parece no existir alternativa mejor para el progreso de los pueblos que la Democracia “Liberal”, inspirada en el pluralismo, la igualdad de oportunidades, la justicia social y el equilibrio de poderes. En teoría, la mejor solución posible (dentro del relativismo como fundamento filosófico-político que se impone a la naturaleza humana y sus obras, tal la sociedad, por ejemplo) respecto a la organización político-social ha sido dada por el Constitucionalismo contemporáneo, inserto en las diferentes constituciones nacionales de orientación democrática. La tarea de los Estados es hacer factible tales principios en la vida social, política, económica, cultural, educativa y científico-técnica, en la medida de su posibilidades, porque el bienestar y el progreso son una construcción social.

El caso de Colombia merece un comentario relacionado con los temas anteriores, en cuanto a su situación económica, política y religiosa. Posiblemente y a pesar de los muchos males que hemos padecido y continuamos padeciendo, nuestro país se ha ido desprendiendo del estigma de “país subdesarrollado”. Lo ha conseguido a través de su reciente dinamismo económico, la disminución del tamaño del Estado, el control del gasto fiscal, aunque para ello haya debido sacrificar un poco lo público. No obstante, hace falta mejorar los controles estatales, con independencia de lo político. No juzgaremos la clase de economía que tenemos, de fuerte injerencia de la llamada “economía subterránea”. Sin embargo, desgraciadamente ambas cuentan en el balance positivo, porque las dos participan del torrente de la circulación económica (haciendo abstracción de lo ético y la seguridad ciudadana, que no se nombran en la estadística económica).

En este despegue económico del país cuenta también el debilitamiento del Catolicismo y la proliferación de Iglesias Cristianas de confesión protestante, cuyo denominador común es el bienestar familiar, espiritual y económico de sus feligreses, como camino de honrar a Dios a través del espíritu empresarial y el diezmo. El ejemplo de MIRA, de reciente escándalo en Colombia, es notable en este sentido, a pesar de su discriminación obtusa y los aspectos conservadores de su doctrina (tampoco la Iglesia Católica escapa a las “anticuedades”). Hemos sido testigos del dinamismo comunitario de esta iglesia, con acogida festiva entre jóvenes y adultos. Hay muchos testimonios sobre la manera cómo organizan la vida familiar, económica y social de sus cofrades; no importa si ello lo hacen pensando en el diezmo (algún estímulo debe haber), siempre y cuando se revierta en las comunidades y en la labor pastoral. Por cierto al Estado le compete la vigilancia de estas organizaciones para evitar abusos, que pueden ocurrir igual que en cualquier otra empresa privada o estatal.

Una última conjetura: El Comunismo, Socialismo o simplemente Izquierda, quiso sustituir al Cristianismo en la búsqueda del “Paraíso terrenal”; figura dentro de la utopías del siglo XIX. Al igual que la Fe sostiene al católico, también la fe apuntala al marxista. Con la diferencia de que el catolicismo ya abandonó el fundamentalismo, la izquierda aún no, a pesar del stalinismo y el fracaso de su modelo social y económico.

Colofón final: Una vez Hecho el balance histórico, la Izquierda Marxista parece ser un lastre del Subdesarrollo. No veo posible poderle inyectar un elemento dinámico para que pueda hacerle frente a la eficiencia capitalista, basada en la libertad y el pluralismo. Porque, en este caso, el corazón dinámico está en el individuo. En el otro modelo, el protagonismo lo asume el Estado en detrimento del individuo.

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