martes, 17 de marzo de 2015

El barco blanco. Microcuento

Dicen que no atiende invitaciones, ni llamadas, inventando  que el Señor O. ha salido   de viaje, sin dar detalles. Tampoco responde el correo, ni actualiza su facebook, ni contesta mensajes de texto.

Quienes lo han visto afirman que ya no reconoce a sus amigos o que los trata de modo indiferente, sin las efusiones de antes, con cálidas ocurrencias... Las más de las veces, los ignora cubriendo el rostro con la visera de su cachucha.

Dicen que se cansó de la gente y de los buenos propósitos, de la monotonía diaria, de los engreídos, de los aduladores, de los manipuladores, de los fundamentalistas, de los egos inflados de viento que buscan aplausos en el populacho, o de los endiosados que sólo esperan veneración.

Había traficado lo suficiente con toda clase de especímenes humanos, para formarse una idea clara de la sociedad, como puja de intereses, con su farsa simbólica, de principio a fin, en la cual  el éxito se consigue mediante cálculos eficaces.

Decía que nos habían acostumbrado mal desde el principio, al enseñarnos fábulas como si fueran una verdad. Y añadía que rectificar el camino  era tarde para él, pero no demasiado tarde para abandonar la escena.

Dicen que ahora, él se sueña navegando en un barco blanco hacia lo desconocido.

0 comentarios:

Publicar un comentario