jueves, 22 de enero de 2015

San Jorge matando al dragón. Ignorada reliquia de Popayán

SAN JORGE MATANDO AL DRAGÓN. IGNORADA RELIQUIA DE POPAYÁN

Una copia en arcilla, piedra o cemento (lo ignoramos) de este famoso óleo de tema medieval pintado por Rubens yace, casi de incógnito, empotrado en una pared, sobre un deslustrado, envejecido y frágil balcón de madera y forja, casi ornamental, en una casa antigua de dos pisos, en la Carrera 5 entre calles 5 y 6, donde otrora existió la famosa botica San Jorge, cuyo propietario llevaba también el mismo nombre.

En nuestro tránsito por esta calle de obligado paso al supermercado principal del Centro Histórico, de cuando en cuando nos detenemos a contemplar el exótico icono, objeto de asombro desde nuestros lejanos años de adolescencia, al pasar las páginas de alguna enciclopedia en el Colegio, durante la hora de biblioteca. A veces creemos ser los únicos que observamos esta joya, tal es nuestra impresión de su aterradora soledad.

En otro tiempo una lámpara instalada en la parte superior clamaba con su luz la atención nocturna. No sabemos desde cuándo ya no se ilumina. Sin embargo, allí continúa íntegro, aunque sin importancia, como un "escombro" más de una ciudad que perdió la vocación cultural y hasta la "simple" dimensión de los valores turísticos, reflejo de la miopía de las clases dirigentes y de la pobreza mental de las nuevas generaciones, carentes de patrones educativos de civilidad y emprendimiento cultural en función del turismo, el cual podría aprovechar las excelentes posibilidades de ciudad histórica para atraer la atención de los itinerarios de viaje, tanto de orden nacional como mundial.

Respecto a la obra de arte que reseñamos, nos hemos preguntado si se trata de una reproducción de molde, empotrada en la pared (porque sorprenden su perfección y abundancia de detalles) o, acaso, es una copia "original" elaborada sobre la pared por un diestro artista; hipótesis que se nos antoja al observar el color y la textura semejantes al cemento, aunque podría haberse usado alguna mezcla tinturada de gris. Son conjeturas que sólo un historiador de inventario podría develar).

Trátese de lo uno o de lo otro, merece nuestra atención la motivación de aquel que concibió la idea y su ejecución sobre el frontispicio de un próspero negocio: La botica San Jorge. De inmediato saltan dos ideas: La primera como correlato de una ciudad histórica de vocación religioso-católica, y la segunda, más aguda, relacionada con la inquietud de quien practicó la curación, constituyendo dicha imagen un símbolo de la eliminación del mal, en este caso de los males del cuerpo. Ambas ocurrencias hallan su perfecto lugar en el ethos histórico popayanejo, de ciudad religiosa y culta en el manejo de símbolos de la cultura universal.

Una vez fallecido el Señor Jorge, la familia puso en venta muchos artículos de familia, entre los cuales había gruesos volúmenes de química y farmacopea. Nuestra curiosidad nos llevó allá. Fue cuando vimos por primera vez los amplios nichos excavados en gruesas paredes de tierra apisonada, que cumplían la función de nevera, para almacenar, además del hielo traído del volcán Puracé, alimentos y medicamentos de su laboratorio casero ), gran testimonio de una época pasada que sin lugar a dudas se borró en el acondicionamiento de la casa para el comercio. Cualquier día podrían demoler toda la vieja casa, con su balcón y su dragón para levantar un edificio moderno tal como lo hicieron a pocos pasos de allí.

Igual de penosa es la suerte de los Molinos de Moscopán y el Molino del Norte, en Empaques del Cauca, al parecer clausurado por siempre, hasta que se borre de la memoria colectiva. No sobra decir que los Molinos son emblema de la inmortal novela Don Quijote de la mancha. En el viejo Popayán se decía que el Quijote vino a morir a esta ciudad; entonces, le haríamos un desprecio a Cervantes si nos olvidáramos de nuestros Molinos. Además, por alguna relación con ellos, el río que atraviesa Popayán fue bautizado con el nombre Molino.

Una suerte similar han padecido algunos Lavapiés que datan de la Colonia, como el de la Casona del Virrey, destruido en la remodelación por cuenta de los dueños de Corona-Bar. Otro, en la Cámara de Comercio, deleite de turistas, fue tapado con tarima de madera para ampliar el espacio del Café Juan Valdez.

La Capilla Neogótica Nuestra Señora de la Merced, grandiosa joya de la Ciudad, como obra arquitectónica, casi única en su género en todo el País, también estuvo, hasta hace poco, en el más absoluto abandono, invisible aun para los propios habitantes. Fue necesario que algunos líderes del barrio El Empedrado, encabezados por Doña Lila y Juan Diego Córdoba, organizaran un movimiento para defender este patrimonio cultural, en el cual tuvimos la oportunidad de participar después de nuestra efervescencia verde. Sólo así se logró visibilizar este magnífico monumento en los ámbitos local y nacional. En nuestro Facebook y en nuestro blog (http://posmacondolibros.blogspot.com/) escribimos artículos y publicamos fotos de aquellas memorables jornadas. Ahora es propiedad del Minuto de Dios, quien sabrá restaurarla acudiendo a sus propios arquitectos.

También los murales, como los de Rivera (Banco Popular, Antiguo Banco Cafetero y Plaza colonial), entre otros, sin excluir los Museos, en especial el Museo Martínez, en los extramuros de la ciudad, son también parte de nuestros olvidos, como si estuvieran tirados en cualquier parte. Ojalá la universidad del Cauca y otras entidades culturales se ocuparan de revalorarlos socialmente, además del cuidado físico (tarea que, felizmente, Unicauca ya emprendió). Para ello ayudaría el uso de carteles con reseñas explicativas elaboradas por estudiosos del tema, Tours guiados, programados con regularidad, a todos los museos, animación de estos lugares con Cafés y espacios de lectura, incentivación de padrinazgos entre jóvenes y adultos, formación de clubes de arte, literatura e historia, organización de convocatorias anuales sobre creación e investigación, etc. etc. El trabajo principal hay que hacerlo con niños, adolescentes y jóvenes. EN UNA PALABRA, SE TRATA DE CREAR VOCACIÓN CULTURAL.

Popayán espera inciertamente un renacimiento y la re-utilización de sus posibilidades en el turismo cultural, potencialidad económica ignorada en tiempos actuales. Sería bueno echar una mirada a otras partes del mundo que aprovechan plenamente estos recursos. MIENTRAS TANTO NUESTRO PATRIMONIO CULTURAL PODRÍA DESAPARECER, SI NO SE LEVANTA UN REGISTRO DE LO QUE MERECE PROTECCIÓN Y AMPARO A TRAVÉS DE UNA NORMA MUNICIPAL Y DE UNA PLACA QUE SEÑALE LOS BIENES PROTEGIDOS.


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