lunes, 15 de diciembre de 2014

Aquí yace la Administración de Fuentes. Popayán

Cualquier día, el intenso tráfico automotor por la estrecha carrera 5, ahora troncal de transporte Norte-Centro-Sur de Popayán, causó una depresión a dos metros de la entrada de mi local, antigua librería Macondo.

Mientras estaba leyendo oí varios estruendos al paso de los carros, como de golpes o de piezas averiadas. Cuando salí, contemplé el gran daño sobre el asfalto. De inmediato me puse a elaborar una señal de peligro con madera pintada de rojo; sin embargo, el oficial encargado de ordenar el tráfico, muy cerca de allí, había hecho traer un aviso de obras públicas, en vista de que, además, se estaba derramando abundante agua.

En pocas horas llegaron dos oficiales del Acueducto quienes, entre pausas largas, cavaron   más de un metro de profundidad, hasta dar con la tubería madre. Sin embargo, aunque resolvieron la fuga dejaron el hueco abierto durante cuatro o cinco días, al cabo de los cuales otros obreros trajeron grava en una volqueta, que vaciaron sobre la abertura hasta colmarla.

Estuve contento de la “prontitud” con que habían actuado, lo cual me pareció una señal de cambio de ritmo en la lenta agenda de la Administración. Inicialmente bromeé con los obreros sobre la “huaca “, y las dos veces que estuvieron trabajando los atendí con sendas gaseosas y pasteles; realmente soy un ciudadano agradecido. Sin embargo, bastaron tres días para que el hueco se insinuara nuevamente, formando una piscina que salpicaba a transeúntes, reja y puerta; algo supremamente “jarto”, como para maldecir a cada rato. Entonces me convencí de que en eso quedaría el “gran arreglo” de la Alcaldía o del Acueducto.

La entrada al local ya no parecía de cosa habitada, razón por la cual cavilé  en la forma de resolver el asunto. Inicialmente sólo iba a poner  unas cuantas piedras y un pedazo de tabla con estaca, pintada de rojo. Por la noche fui a buscar las piedras entre los escombros de las nuevas obras de infraestructura del Transporte Integrado, que marchan a ritmo de tortuga. Al ver lozas de cemento regadas por todas partes se me ocurrió que  eran las indicadas;  dos bastarían para rematar el blando relleno de balastro. Sin dudar me eché una  encima, desafiando el peso de la condenada, que me hacía bufar por el camino, mientras lastimaba mi hombro. Pero ni modo, había que regresar por la otra.

Al día siguiente, domingo, me di a la tarea de hacer un nicho a las dos lozas que sellarían el improvisado relleno de los contratistas. Veinte minutos bastaron para encuadrarlas. Sólo resta poner un nombre: AQUI YACE LA ADMINISTRACIÓN DE FUENTES





Lápida: Aquí yace la Administración de Fuentes


Nota "Posmorten" :
Un poco más de un mes duró mi arreglo (En pleno Centro Histórico, Kra. 5 # 3 - 15 - Sector de Museos) . Bastó el pesado carro recogedor de basuras, que transita por esta vía todos los días, para que se partiera las dos lozas de cemento. Ahora el hueco tiene un mayor tamaño. Esta noche dediqué tiempo al mantenimiento, para no oír más los madrazos de los transeúntes, cuando el agua barrosa los salpica, al paso raudo de los coches. Esta vez puse una señal de peligro con un pequeño cartel que dice: AQUÍ YACE LA ADMINISTRACIÓN DE FUENTES.

 Mi aviso lapidario: Aquí yace la Administración de Fuentes

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