domingo, 1 de febrero de 2015

Por fin corté la cabeza de la hidra del hueco (Segunda crónica)

Esta mañana, Domingo 01 de febrero de 2014 amanecí  como un Hércules, después de cortar la cabeza, la noche anterior, de una vez por todas,  a " la hidra del hueco".
Mientras iba al Éxito a la 8 P.M. a comprar lo del desayuno, vi revuelo de trabajadores y máquinas en la kra. 4 con calle 4.  Entonces se me ocurrió otra idea, la  de mendigar un poco de mezcla para sellar el hueco. 
Hablé con uno de los  trabajadores, ya maduro. Le expuse mi odisea. Dijo el cansado empleado: venga a las diez a ver si se sobra mezcla; casi siempre sobra, agregó, y tenemos que botarla.  ¡Qué lástima! pensé, habiendo tantos huecos en la ciudad.
Hice varios viajes atento al final de su jornada. No escatimé la donación de unas cuantas gaseosas; hacen milagros cuando hay sudor. Traiga el balde me dijeron.
Previamente limpié el rebelde hueco, excavando por los bordes para obtener una superficie homogénea,  de 7 u 8 cms. de profundidad. Luego lo remojé como manda el canon de la construcción.
Una vez listo todo empecé el acarreo. Calculé 5 baldados, pero tuve que ir por otro, en recipiente distinto, porque había perdido la mitad de uno en el camino, al rajarse el balde por una brusca bajada para descansar. Llegué con el trasto casi vacío, tratando infructuosamente de evitar que se derramara la valiosa mezcla, como en el Viejo y el Mar de Heminway, cuando el Viejo llega de su aventura, con tan solo el esqueleto del enorme pez que le disputaron los tiburones.
Esta vez bufé más que la otra noche  por el camino. Sin embargo, valió la pena. Ahora el bendito hueco está sellado para siempre. Ya no habrá petróleo para nuestro Alcalde.


0 comentarios:

Publicar un comentario